lunes, 19 de diciembre de 2016

Qué aporto Lutero al cristianismo

Qué aporto Lutero al cristianismo

Durante mucho tiempo, tuve a Lutero por un enemigo, un impío, producto de la educación, “tan cristiana” que se impartía en los libros de texto
Lutero era un hereje, un excomulgado, ahora no pienso así; ya hace mucho
Pero ahora me toca pensar en que aportó Lutero, si es que aporto algo
Y, para ello, no me queda otra que ir a su época, estoy en ello
Los príncipes cristianos, estaban por un lado en lucha contra el turco, no por un afán religioso si no para salvar sus reinos, y, cuando no se  hacían la guerra unos a otros, ahí tenemos La Guerra de los Cien años; por no ponerme muy bélica, y cuando no guerreaban cazaban, del pueblo, de los pobres salvo excepciones, se ocupaban más bien poco, si favorecían el arte, pero la gente moría de hambre, ellos de gota
El clero carecía de formación, gracias a Lutero el Concilio de Trento estableció la formación obligatoria para los  presbíteros

Indulgencias

Él decir que Lutero,  se separó de la Iglesia por las indulgencias, es quedarse a años luz; fueron digamos el detonante; hay que ir a la época y ver al pueblo hambriento de pan, de cultura, y de Dios, porque lo que tenían eran supersticiones, abundaban los vendedores de falsas reliquias, el Papa, salvando excepciones eran un ejemplo de lo que un seguidor de Jesús no debe ser, a todo esto;  surge en Roma la idea de construir la basílica de San Pedro, pero hace falta dinero; entonces se predica una “Indulgencia”, se dice al pueblo, que todo él que de dinero, una limosna para  hacer la basílica, sacará un alma del purgatorio,  o, si se lo aplica a si mismo, sus pecados serán perdonados
Esto era muy grave, por 2 motivos,  hacia depender la salvación no de los méritos de Cristo, y, la misericordia de Dios;  si no de dar o no dar limosna para hacer una basílica, y, como los ricos podían dar más, serían los más santificados, los que sacarían más almas del purgatorio; pero hay más,  uno no iba dar limosna a un pobre, si dándola para la construcción del Vaticano, sacaba más provecho espiritual, contra esto fue contra lo que protesto, Lutero
Ahora voy con lo que aporto, pero antes hablar de la Doctrina de la justificación, sólo un poco y por encima
Durante mucho tiempo, a los católicos de a pie; se nos enseñaba que las buenas acción tenían mérito ante Dios, derecho a paga, hablando a lo bruto, es más se hablaba de dos tipos de mérito, uno de estricta justicia, y, otro debido a la bondad divina, vamos que los que iban al Cielo iban por que se lo merecían, claro que visto asi, ya me diran, a qué el Verbo se había encarnado
Luego si uno se paraba y leía más despacio el catecismo, el libro de religión,  se daba cuenta de que había truco, me explico……

Lutero aporto el libre examen

Si ese monstruo terrorífico,  que hacía que “El Espirítu Santo, se contradijese a si mismo”;  porque cualquiera podía hacerle decir a la Biblia lo que quería, llegando a la contradicción más absurda
Pues bien es mentira, como es mentira, lo del “cree fuerte, peca más fuerte” Gracias a Dios, y a su Siervo Lutero, al que Dios bendiga, el libre examen, nos trae la libertad de expresión, la libertad de prensa, y, dentro del mundo de la Iglesia, el estudio de la Biblia, la oración personal bíblica
Si uno lee la Exhortación pastoral del gran Papa Benedicto XVI,  Verbum domine; verá como allí sin nombrar a Lutero, se habla de lo que se puede, no es textual encontrar en la lectura de la Biblia, que por cierto leer la Biblia en la Iglesia, no quiere decir hacerlo en el banco de la Parroquia, si no dentro de la Comunidad eclesial que llega a los primeros, pero me pierdo
Al ser la Biblia, los 72 libros Palabra de Dios,  su mensaje es infinito
Tenemos un primer mensaje, que no se puede obviar que es el destinado a los primeros, lo que esta escrito
Un segundo que es el eclesial, el destinado a la comunidad, pero también a mi, como parte de la Iglesia
Un tercero, que va incluido en los anteriores que es el destinado al lector
Ningún protestante por leer la Biblia va decir que Jesús murió ahorcado, se exceptúa a los TJ, que no cuentan
Naturalmente uno se puede equivocar, pero yo como católica tengo la autoridad de La Iglesia, sé que jamás el mensaje de salvación de un texto sagrado, puede contradecir a otro, y siempre tiene que ser un mensaje de salvación, vamos que nadie puede cargarse a su hijo adolescente, amparándose en lo que iba hacer Abraham y lo que hizo el cacho burro bestia animal de Jafet
Lutero nos recordó que nos salva Jesús
Esto es muy importante, porque casi se nos había olvidado, con tantos rollos que teníamos pensábamos que nos salvaba tener un trocito de madera de la barca de Pedro, o rezar esta  ú aquella plegaria, o matar moros, y Lutero nos dijo que no,  nos salvó Jesús, y nos salva aceptar su salvación, que es creer en Él, con lo que conlleva que es hacer su Voluntad
Leía hace  2 días,  el diario de Santa Teresa de Lisieux;  una chiquita impregnada de Biblia por todos los poros; precisamente porque no da citas, ya que la hizo su palabra, su pensamiento,  en un punto dice, que tiene que ser santa, luego añade; “ya sé que por mis méritos no; que no tengo ningunos; pero mi “Amado”; aceptará el esfuerzo de su pequeña florecilla, y, me cubrirá con sus méritos infinitos”; pues bien ese es un pensamiento de Lutero

Lutero nos trajo la libertad “biblica”

Nunca estuvo prohibido leer la Biblia, pero había que leerla en latín, e incluso cuando ya había traducciones a la lengua vernácula; se dejaba bien claro, que  se podía leer en esas traducciones, con textos aclaratorios, no se podía dejar “que el Espíritu hablase”; por ende tampoco estudiar la Biblia;  sólo había una interpretación, con lo cual se hacía  absurda su lectura
Naturalmente la Palabra de Dios es infinita,  no se contradice, eso si, no puede decir “no”, donde dice “Si”,  y, naturalmente ha de ser leída dentro de La Iglesia, con mayúscula, que no tiene que ver con la iglesia; para esto es muy importante, leer la exhortación de Benedicto XVI,  “Verbum domine”
Pero esto no va de Biblia, sí no de Lutero, y Lutero, nos acercó la Biblia, al traducirla y al permitir el libre examen; qué dice La Escritura a cada uno, en su lugar como miembro de la Iglesia, como hijo de Dios en el mundo

Los bienes que trajo Lutero al mundo

Adelanto  el derecho a la educación para todos, todos pobres y ricos debía saber leer, para poder dar a conocer a Jesús, para leer la Biblia
El advenimiento de la democracia, de la libertad de pensamiento y de cathedra

Pero Lutero hizo cosas mal hechas

Cosas que con La Biblia en la mano, no podía hacer, no debió hacer
Apoyo a los señores feudales, y fue contra los campesinos causando, permitiendo e incluso ordenando la muerte de cientos de ellos, siguiendo la Biblia, tendría que haberse puesto del lado de los campesinos
Persiguió a los que no pensaban como él, y, persiguió a muerte, Roma también, pero es que el mal que hace uno, no justifica el que hace el otro
Introdujo, o mejor dicho acepto la norma de Carlos I de España V de Alemania, de que los súbditos tuviesen la religión de sus príncipes, por eso Suecia, es oficialmente luterana, aunque parece ser que eso ha cambiado, o va cambiar

Para despistados

Nunca quiso acabar con La Iglesia, ni dividirla, ni nada parecido, nunca rechazo el culto a La Virgen, de hecho en su tumba hay una imagen de María, él oraba a María, sabía que sin Ella no tendríamos a Jesús, a sus seguidores se les olvido

Yo no sé si Lutero está en el Cielo, espero que sí, porque Dios es Amor, porque lo creo para eso, para el Cielo, y, porque toda su vida lo busco, y, él que busca encuentra, por eso como cristiana católica, rezo por Lutero, porque para nuestro Dios no hay tiempo, y, al tiempo le pido a Dios por Lutero, que por su Hijo Jesús  nos haga uno, que ya lo somos en su Hijo, para que el mundo crea

Texto completo del papa Francisco en la oración ecuménica en Suecia, en la catedral luterana de Lund

ZENIT – Roma).- En el primer acto público del papa Francisco en su viaje de dos días a Suecia que inició hoy lunes, en la catedral de Lund, después de la oración ecuménica pronunció las siguientes palabras:

«Permaneced en mí, y yo en vosotros» (Jn 15,4). Estas palabras, pronunciadas por Jesús en el contexto de la Última Cena, nos permiten asomarnos al corazón de Cristo poco antes de su entrega definitiva en la cruz. Podemos sentir sus latidos de amor por nosotros y su deseo de unidad para todos los que creen en él. Nos dice que él es la vid verdadera y nosotros los sarmientos; y que, como él está unido al Padre, así nosotros debemos estar unidos a él, si queremos dar fruto.

En este encuentro de oración, aquí en Lund, queremos manifestar nuestro deseo común de permanecer unidos a él para tener vida. Le pedimos: «Señor, ayúdanos con tu gracia a estar más unidos a ti para dar juntos un testimonio más eficaz de fe, esperanza y caridad». Es también un momento para dar gracias a Dios por el esfuerzo de tantos hermanos nuestros, de diferentes comunidades eclesiales, que no se resignaron a la división, sino que mantuvieron viva la esperanza de la reconciliación entre todos los que creen en el único Señor.

Católicos y luteranos hemos empezado a caminar juntos por el camino de la reconciliación. Ahora, en el contexto de la conmemoración común de la Reforma de 1517, tenemos una nueva oportunidad para acoger un camino común, que ha ido conformándose durante los últimos 50 años en el diálogo ecuménico entre la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica. No podemos resignarnos a la división y al distanciamiento que la separación ha producido entre nosotros. Tenemos la oportunidad de reparar un momento crucial de nuestra historia, superando controversias y malentendidos que a menudo han impedido que nos comprendiéramos unos a otros.

Jesús nos dice que el Padre es el dueño de la vid (cf. v. 1), que la cuida y la poda para que dé más fruto (cf. v. 2). El Padre se preocupa constantemente de nuestra relación con Jesús, para ver si estamos verdaderamente unidos a él (cf. v. 4). Nos mira, y su mirada de amor nos anima a purificar nuestro pasado y a trabajar en el presente para hacer realidad ese futuro de unidad que tanto anhela.



También nosotros debemos mirar con amor y honestidad a nuestro pasado y reconocer el error y pedir perdón: solamente Dios es el juez. Se tiene que reconocer con la misma honestidad y amor que nuestra división se alejaba de la intuición originaria del pueblo de Dios, que anhela naturalmente estar unido, y ha sido perpetuada históricamente por hombres de poder de este mundo más que por la voluntad del pueblo fiel, que siempre y en todo lugar necesita estar guiado con seguridad y ternura por su Buen Pastor.

Sin embargo, había una voluntad sincera por ambas partes de profesar y defender la verdadera fe, pero también somos conscientes que nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente. El Papa Juan Pablo II decía: «No podemos dejarnos guiar por el deseo de erigirnos en jueces de la historia, sino únicamente por el de comprender mejor los acontecimientos y llegar a ser portadores de la verdad» (Mensaje al cardenal Johannes Willebrands, Presidente del Secretariado para la Unidad de los cristianos, 31 octubre 1983).

Dios es el dueño de la viña, que con amor inmenso la cuida y protege; dejémonos conmover por la mirada de Dios; lo único que desea es que permanezcamos como sarmientos vivos unidos a su Hijo Jesús. Con esta nueva mirada al pasado no pretendemos realizar una inviable corrección de lo que pasó, sino «contar esa historia de manera diferente» (COMISIÓN LUTERANO- CATÓLICO ROMANA SOBRE LA UNIDAD, Del conflicto a la comunión, 17 junio 2013, 16).

Jesús nos recuerda: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Él es quien nos sostiene y nos anima a buscar los modos para que la unidad sea una realidad cada vez más evidente. Sin duda la separación ha sido una fuente inmensa de sufrimientos e incomprensiones; pero también nos ha llevado a caer sinceramente en la cuenta de que sin él no podemos hacer nada, dándonos la posibilidad de entender mejor algunos aspectos de nuestra fe.

Con gratitud reconocemos que la Reforma ha contribuido a dar mayor centralidad a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. A través de la escucha común de la Palabra de Dios en las Escrituras, el diálogo entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial, del que celebramos el 50 aniversario, ha dado pasos importantes. Pidamos al Señor que su Palabra nos mantenga unidos, porque ella es fuente de alimento y vida; sin su inspiración no podemos hacer nada.

La experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios. «¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?». Esta es la pregunta que perseguía constantemente a Lutero. En efecto, la cuestión de la justa relación con Dios es la cuestión decisiva de la vida. Como se sabe, Lutero encontró a ese Dios misericordioso en la Buena Nueva de Jesucristo encarnado, muerto y resucitado.

Con el concepto de «sólo por la gracia divina», se nos recuerda que Dios tiene siempre la iniciativa y que precede cualquier respuesta humana, al mismo tiempo que busca suscitar esa respuesta. La doctrina de la justificación, por tanto, expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios.

Jesús intercede por nosotros como mediador ante el Padre, y le pide por la unidad de sus discípulos «para que el mundo crea» (Jn 17,21). Esto es lo que nos conforta, y nos mueve a unirnos a Jesús para pedirlo con insistencia: «Danos el don de la unidad para que el mundo crea en el poder de tu misericordia».

Este es el testimonio que el mundo está esperando de nosotros. Los cristianos seremos testimonio creíble de la misericordia en la medida en que el perdón, la renovación y reconciliación sean una experiencia cotidiana entre nosotros. Juntos podemos anunciar y manifestar de manera concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de cada persona. Sin este servicio al mundo y en el mundo, la fe cristiana es incompleta.

Luteranos y católicos rezamos juntos en esta Catedral y somos conscientes de que sin Dios no podemos hacer nada; pedimos su auxilio para que seamos miembros vivos unidos a él, siempre necesitados de su gracia para poder llevar juntos su Palabra al mundo, que está necesitado de su ternura y su misericordia.

Fuente Zenit. org