lunes, 30 de marzo de 2015

QUE CÁNTAROS NOS IMPIDEN IR A JESÚS

El tema de este año, en el Octavario, fue el encuentro de Jesús con la samaritana, en el relato de San Juan, capítulo 4, vemos como la mujer, se encuentra con Jesús, cuando va a buscar agua, al pozo, y, Jesús, pese a ser judío, se atreve a pedirle de beber

Ahí, se inicia un diálogo, en el cual, Jesús, la va ir conduciendo de hablar, del agua común, corriente, para hablar del Agua divina, de la Gracia, hasta llegar a descubrirla, Quien es Él; Jesús no hace ningún signo, son sólo, un hombre, y, una mujer hablando

No hay milagro, o, mejor dicho si lo hay, y, es la apertura, del corazón de esta mujer, hija de un pueblo marginado, precisamente, por el pueblo de Jesús,  Pueblo, del que un día formaron parte, pero no se trata ahora de la historia de los samaritanos, ni de su Templo,  opuesto al de Jerusalen

Judíos, y, samaritanos, esperan al Mesías

Judíos y samaritanos, creen en el Dios de Abraham

Son hermanos

Jesús no va con intención de quedar bien, su ecumenismo; pues es un diálogo ecuménico, no busca agradar, ni desagradar, es La Verdad, y, por ello no puede mentir, ni ir con medias tintas

No oculta pues, que la Salvación, viene de los judíos

Que en ellos, esta la plenitud de la Revelación, ellos conocen a Dios, adoran a Uno, que conocen, y,  lo conocen porque oyen a los profetas

Tampoco oculta, que es el Mesías, no lo dirá a nadie de su pueblo, si a la samaritana

Pero deja claro, que todo esto, va pasar, a Dios hay que adorarlo en Espíritu y en Verdad, no hay limites de lugar ni tiempo

La mujer escucha, y, se va, pero deja su cántaro,  en el suelo, por muchas razones, pero sobre todo, porque ahora lo que le importa no es ese agua, que vino buscar, si no El Agua que ha recibido, y, que como vaso comunicante, quiere ir llevar a su gente

Pudo haber dado las gracias, coger su cántaro con el agua, y, volver a su casa, al fin, y, al cabo había ido a buscar agua, pero sabe, que a veces es preciso dejar el cántaro del agua, para encontrar al hermano, que es cristiano como yo, pero que lo vive de otro modo, para poder llegar a dialogar, y, orar juntos

porque si seguimos, con el cántaro de lo que hicieron, o, le hicieron a mi Iglesia, o Comunidad, en el pasado

con el cántaro, de que no viven la piedad como la vivo yo, como la vive mi Iglesia, Comunidad

con el cántaro de....

Con el cántaro, de no me puedo arriesgar, ya estoy bien como estoy,  antes me decían eran herejes, papistas, cismáticos

Nunca nos encontraremos, no podremos hablar ni orar como hermanos, y, no podremos comunicar al mundo, que si quiere, Dios lo ha salvado, pero para ello, unos y, otros hemos de aceptar a Jesús, y, dejar los cántaros en el suelo, los cántaros del prejuicio, del odio, de la indiferencia, y, los citados antes, cada uno, sabe, que  le impide siendo cristiano, vivir el ecumenismo, que no es un añadido, si no una obligación, pues si no, nos duele, ver El Cuerpo de Cristo roto, de cristianos tenemos poco






viernes, 20 de marzo de 2015

Reconocimiento de los dones ajenos


Una de las cosas primordiales en el diálogo ecuménico, y, en la búsqueda de la Unidad, es que sepamos reconocer los dones, que Dios ha dado a las demás Iglesias, y, comunidades  cristianas, que sepamos ver todo lo bueno, que hay en ellos,  y, no me refiero a verlo, desde las alturas, si no,  agradeciéndole a Dios por ellos,  y, tomarlos como propios, los católicos, tenemos mucho que aprender de los demás cristianos, todo lo bueno, que hay en ellos, como su amor a la Escritura, viene de Dios, como la búsqueda de la Unidad, que la empezaron ellos

Sin embargo el aceptar los dones del otro, no puede ser en plan parásito,  si no que es para reconocer, y, agradecer también  los que tenemos nosotros, y, ponerlos a disposición de los otros hermanos, pero no sólo los dones, si no aprender a darse uno mismo, y, eso significa no ir con mentiras, ni disfraces

Por ejemplo el culto a María, sin desviaciones idolátricas, si no un culto bíblico, donde Jesús es el centro, sabiendo que sólo hay un Mediador, pero que sin María no habría Mediador, es algo que los católicos no debemos ocultar a los demás hermanos, si creemos que todo lo que esta en la Biblia para nuestra enseñanza fue escrito, hay más puntos a favor del culto mariano, en la Escritura, que  a la lectura orante de la misma

Esto es un ejemplo, otro podía ser, la fidelidad al Papa, el que sea,  el sentir a Jesús en LA EUCARISTÍA,   como una Persona Viva

Los dones de todos los cristianos no son nuestros, son de Dios, por eso, nadie puede acapararlos, ni despreciar los ajenos








miércoles, 18 de marzo de 2015

El hombre

Ningún hombre es profano para Dios por eso nadie puede llamarlo su esclavo, el ser humano no es propiedad de nadie, sólo es propiedad de Dios, para quien es lo más sagrado, por ello no puede ser esclavizado, y, mucho menos puede nadie, en nombre de nada, ni de Estado, ni de Religión sacarle la vida, pues la vida del hombre, del ser humano desde su etapa de cigoto, hasta su muerte, es sagrada para Dios, quien lo hace, no puede pretender agradar con ello al Creador, si lo hace, se equivoca, esta errado completamente, por ello, no hay guerras santas, no se puede matar en nombre de Dios, es la peor blasfemia, es dar culto a satanas, sólo él puede meter en mentes enfermas semejante idea, por eso, la Inquisición no tenía nada de santa, e hizo muy bien, el Papa San Juanpablo II, pedir perdón; y, por la misma razón, los crímenes de los malos islámicos de los terroristas del estado islámico, son eso terroristas y criminales, y, nadie debe apoyarlos, y, todos debemos rezar por su conversión, todos en el todos incluyo a los buenos islámicos, si los hay, creo que sí

hay una forma de saber que una religión no es querida por Dios, y, es que no respete el ser humano

unidad de los cristianos es instrumento de reconciliación para el mundo.

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica de San Pablo Extramuros. Domingo 25 de enero de 2015

En viaje desde Judea a Galilea, Jesús pasó por Samaría. Él no tiene ninguna dificultad en encontrarse con los samaritanos, considerados herejes, cismáticos, separados de los judíos. Su actitud nos da a entender que confrontarse con los que son diferentes de nosotros puede hacernos crecer. Jesús, cansado del viaje, no duda en pedir de beber a la mujer samaritana. Su sed, lo sabemos, va mucho más allá de la sed física: es también sed de encuentro, deseo de entablar un diálogo con aquella mujer, ofreciéndole así la posibilidad de un camino de conversión interior. Jesús es paciente, respeta a la persona que tiene ante él, se revela a ella gradualmente. Su ejemplo alienta a buscar una confrontación pacífica con el otro. Para entenderse y crecer en la caridad y en la verdad, es preciso detenerse, acogerse y escucharse. De este modo, se comienza ya a experimentar la unidad. La unidad se hace en el camino, nunca se queda parada. La unidad se hace caminando.

La mujer de Sicar pregunta a Jesús sobre el verdadero lugar de adoración a Dios. Jesús no toma partido en favor del monte o del templo, sino que va más allá, va a lo esencial, derribando todo muro de separación. Él se refiere a la verdad de la adoración: «Dios es espíritu, y los que adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad» (Jn 4,24). Muchas controversias entre los cristianos, heredadas del pasado, pueden superarse dejando de lado cualquier actitud polémica o apologética,  y tratando de comprender juntos en profundidad lo que nos une, es decir, la llamada a participar en el misterio del amor del Padre, revelado por el Hijo a través del Espíritu Santo. La unidad de los cristianos –estamos convencidos– no será el resultado de refinadas discusiones teóricas, en las que cada uno tratará de convencer al otro del fundamento de las propias opiniones. Vendrá el Hijo del hombre y todavía nos encontrará discutiendo. Debemos reconocer que, para llegar a las profundidades del misterio de Dios, nos necesitamos unos a otros, necesitamos encontrarnos y confrontarnos bajo la guía del Espíritu Santo, que armoniza la diversidad y supera los conflictos, reconcilia las diversidades.

Poco a poco, la mujer samaritana entiende que quien la ha pedido de beber, puede saciarla. Jesús se le presenta como la fuente de la que brota el agua viva que apaga para siempre su sed (cf. Jn 4,13-14). La existencia humana revela aspiraciones ilimitadas: la búsqueda de la verdad, la sed de amor, de justicia y libertad. Son deseos satisfechos sólo en parte, porque desde lo más profundo de su ser el hombre se mueve hacia un «más», un absoluto capaz de satisfacer su sed de manera definitiva. La respuesta a estas aspiraciones la da Dios en Jesucristo, en su misterio pascual. Del costado traspasado de Jesús fluyó sangre y agua (cf. Jn 19,34): Él es la fuente de la que brota el agua del Espíritu Santo, es decir, «el amor de Dios derramado en nuestros corazones» (Rm 5,5) el día del Bautismo. Por obra del Espíritu, nos hemos convertido en uno con Cristo, hijos en el Hijo, verdaderos adoradores del Padre. Este misterio de amor es la razón más profunda de unidad que une a todos los cristianos, y que es mucho más grande que las divisiones que se han producido a lo largo de la historia. Por esta razón, en la medida en que nos acercamos con humildad al Señor Jesucristo, nos acercamos también entre nosotros.

El encuentro con Jesús transforma a la mujer samaritana en una misionera. Al haber recibido un don más grande e importante que el agua del pozo, la mujer deja allí su cántaro (cf. Jn 4,28) y corre a decir a sus conciudadanos que ha encontrado al Cristo (cf. Jn 4,29). El encuentro con él le ha devuelto el sentido y la alegría de vivir, y ella siente el deseo de comunicarlo. Hoy existe una multitud de hombres y mujeres cansados y sedientos, que nos piden a los cristianos que les demos de beber. Es una petición a la que no podemos sustraernos. En la llamada a ser evangelizadores, todas las Iglesias y Comunidades eclesiales encuentran un ámbito fundamental para una colaboración más estrecha. Para llevar a cabo este cometido con eficacia, se ha de evitar cerrarse en los propios particularismos y exclusivismos, así como imponer uniformidad según los planes meramente humanos (cf. Exhort. ap., Evangelii gaudium, 131). El compromiso común de anunciar el Evangelio permite superar toda forma de proselitismo y la tentación de la competición. Todos estamos al servicio del único y mismo Evangelio.

En este momento de oración por la unidad, quisiera recordar a nuestros mártires de hoy. Ellos dan testimonio de Jesucristo y son perseguidos y ejecutados por ser cristianos, sin que los perseguidores hagan distinción entre las confesiones a las que pertenecen. Esto es, hermanos y hermanas, el ecumenismo de la sangre.

Con el recuerdo de este testimonio de nuestros mártires de hoy, y con esta gozosa certeza, dirijo mi saludo cordial y fraterno a Su Eminencia el Metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico, a Su Gracia David Moxon, representante personal en Roma del Arzobispo de Canterbury, y a todos los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales reunidos aquí en la Fiesta de la Conversión de San Pablo. Además, me complace saludar a los miembros de la Comisión Mixta para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales, a quienes deseo un trabajo fructífero para la sesión plenaria que tendrá lugar los próximos días en Roma. Saludo también a los estudiantes del Ecumenical Institute of Bossey y a los jóvenes que se benefician de las becas ofrecidas por el Comité de Colaboración Cultural con las Iglesias ortodoxas, que actúa en el Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

También están hoy presentes aquí religiosos y religiosas pertenecientes a diferentes Iglesias y Comunidades eclesiales, que han participado estos días en un encuentro ecuménico, organizado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, en colaboración con el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con ocasión del Año de la vida consagrada. La vida religiosa, como profecía del mundo futuro, está llamada a ofrecer en nuestro tiempo el testimonio de esa comunión en Cristo que va más allá de toda diferencia, y que está hecha de decisiones concretas de acogida y de diálogo. En consecuencia, la búsqueda de la unidad de los cristianos no puede ser prerrogativa sólo de alguna persona o comunidad religiosa particularmente sensible a esta problemática. El conocimiento mutuo de las diferentes tradiciones de vida consagrada, y un fecundo intercambio de experiencias, puede ser útil para la vitalidad de todas las formas de vida religiosa en las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales.
Queridos hermanos y hermanas, hoy nosotros, que estamos sedientos de paz y fraternidad, invocamos con corazón confiado que el Padre celestial, por medio de Jesucristo, único Sacerdote y mediador, y por la intercesión de la Virgen María, el apóstol Pablo y todos los santos, nos dé el don de la plena comunión de todos los cristianos, para que pueda brillar «el sagrado misterio de la unidad de la Iglesia» (Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio,  sobre el ecumenismo, 2), como signo e instrumento de reconciliación para el mundo entero. Así sea.


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lunes, 16 de marzo de 2015

Papa Francisco en el Encuentro Ecuménico de religiosos y religiosas

Palabras del Papa Francisco sobre la unidad de los cristianos:
1. Día 24-01-2015.
 A los participantes en el Encuentro Ecuménico de religiosos y religiosas: Conversión, oración y santidad de vida para la Unidad de los cristianos
2015-01-26 Radio Vaticana


Cardenales,
Queridos hermanos y hermanas:
Os doy mi cordial bienvenida y las gracias al cardenal Braz de Aviz por las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Estoy encantado de que esta iniciativa ha reunido a los religiosos y religiosas de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales, a quienes extiendo mis más cordiales saludos. Es particularmente significativo que la reunión se lleve a cabo durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos; cada año nos recuerda que el ecumenismo espiritual es "el alma del movimiento ecuménico", como ha señalado el Consejo Decreto UR (n. 8), que recientemente se ha celebrado el 50 aniversario.
Permítanme compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la importancia de la vida consagrada por la unidad de los cristianos.
El deseo de restaurar la unidad de todos los cristianos está naturalmente presente en todas las Iglesias y cubre tanto clérigos como laicos (cf. ib., 5). Pero la vida religiosa, que tiene sus raíces en la voluntad de Cristo y en la tradición común de la Iglesia indivisa, no duda de una vocación particular en la promoción de esta unidad. Además, no es una coincidencia que muchos pioneros del ecumenismo han sido hombres y mujeres consagradas. Aún así, varias comunidades religiosas se dedican intensamente a este objetivo y son lugares privilegiados de encuentro entre cristianos de distintas tradiciones. En este contexto, también me gustaría mencionar la comunidad ecuménica, como la de Taizé y el de Bose, ambos presentes en esta entrevista. A la vida religiosa pertenece la búsqueda de la unión con Dios y de la unidad dentro de la comunidad fraterna, e hizo de manera ejemplar la oración del Señor "para que todos sean uno" (Jn 17,21).
Vuestro encuentro se realizó en el Instituto de patrística Agustiniano. San Agustín comenzó su gobierno con la siguiente declaración, particularmente elocuente: "La razón fundamental por la que están reunidos juntos es que vivir por unanimidad en la casa y tener una sola alma y un solo corazón el camino hacia Dios" (I, 3). La vida religiosa nos muestra precisamente que esta unidad no es el fruto de nuestros esfuerzos: la unidad es un don del Espíritu Santo, que crea la unidad en la diversidad. También revela que esta unidad sólo se puede lograr si caminamos juntos, si seguimos el camino del amor fraterno y de servicios, en la recíproca acogida.
No hay unidad sin la necesaria conversión. La vida religiosa nos recuerda que el centro de cada unidad de investigación, y por lo tanto de todos los esfuerzos ecuménicos, hay primero una conversión del corazón, la cual consiste en la aplicación y concesión del perdón. En gran parte consiste en una conversión de nuestra propia mirada: tratar de buscar entre sí en Dios, y saber cómo llegar desde el punto de vista del otro: aquí hay un doble desafío vinculado a la búsqueda de la unidad, tanto dentro comunidades religiosas, como entre los cristianos de diferentes tradiciones.
No hay unidad sin la oración. La vida religiosa es una escuela de oración. El compromiso ecuménico responde, en primer lugar, a la oración del Señor Jesús, y se basa esencialmente en la oración. Uno de los pioneros del ecumenismo y gran promotor de la Octava para la Unidad, Padre Paul Couturier, utilizó una imagen que ilustra la relación entre el ecumenismo y la vida religiosa: comparó los que oran por la unidad, y el movimiento Ecuménico en general, a un "monasterio invisible" que reúne a cristianos de diferentes iglesias, de diferentes países y continentes. Queridos hermanos y hermanas, ustedes son los primeros líderes de este "monasterio invisible": Os animo a orar por la unidad de los cristianos y traducir esta oración en las actitudes y los gestos cotidianos.
No hay unidad sin la santidad de la vida. La vida religiosa nos ayuda a tomar conciencia de la llamada dirigida a todos los bautizados: la llamada a la santidad de la vida, que es el único camino verdadero hacia la unidad. Los aspectos más destacados con palabras incisivas decreto conciliar UR: "¿Te acuerdas de todos los fieles, que la mejor promoción e incluso viven en la práctica, la unión de los cristianos, ¿cuánto más será estudiado para llevar una vida según el Evangelio. Para el más cerca de su unión con el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, la más íntima y fácilmente hacer la fraternidad mutua»(n. 7).
Queridos hermanos y hermanas, en la expresión de mi gratitud por el testimonio, con su vida, que hacen que el Evangelio y por el servicio que ofrece a la causa de la unidad, ruego al Señor bendiga abundantemente su ministerio y para inspirarle a trabajar incansablemente por la paz y la reconciliación entre todas las Iglesias y comunidades cristianas. Les pido que por favor oren por mí y te bendigo cordialmente. Pedimos a la bendición del Señor orando, cada uno en su propia lengua, la Oración del Señor.
La recitación del Padrenuestro
Que el Señor nos bendiga a todos.




viernes, 13 de marzo de 2015

La Unidad de los cristianos no es..... Papa Francisco

La unidad de los cristianos no es primariamente fruto de nuestro esfuerzo si no de la acción del Espíritu santo, a quien es necesario abrir nuestro corazón con confianza, para que nos conduzca, por las vías de la reconciliación, y, la comunión.


Esta muy claro, lo que nos dice aquí, el sucesor de Pedro, sólo de Dios, va venir la Unión de los que nos llamamos discípulos de Jesús, no, de acuerdos, ni reuniones, que son importantes, claro que sí, pero que si Dios no construye, la unidad, se quedará en papel mojado, incluso aunque materialmente se diera, no tardaría en romperse, sólo Dios,  puede derribar los muros que todos hemos creado, enseñarnos a perdonar, y, a pedir perdón, para lo cual, nos hace falta la humildad de reconocer nuestra culpa, en la ruptura de la Unidad, nos hace falta desear  compartir Mesa, con el otro, con el hermano, y, no podemos solos, por eso, precisamos  la oración, necesitamos al Espíritu Santo, que traiga un Pentecostés  nuevo

Y, por cierto, y, esta en Hechos 2, en el Primer Pentecostés, en el que nació La Iglesia, María estaba orando con los discípulos, los católicos no debemos dejar de acudir a María, a que Ella ore, con nosotros por la Iglesia de su Hijo, a pedir con Ella, el Espíritu Santo, y, no debemos dejar de hacerlo, porque no sea del agrado de otros hermanos, a un hermano no se le miente;  María tiene mucho que decir en el ecumenismo, los ortodoxos, están en esto con nosotros, los anglicanos empiezan como lo demuestra, su bello documento sobre María,  y, los demás cristianos debieran de ir pensándolo,  sobre todo, porque aman la Biblia, y, María en la Biblia no esta de adorno, ya sabemos que no hay en la misma, ni un acento puesto, porque si, “todo lo escrito, para nuestra enseñanza fue escrito”

Y, sólo un ignorante,  que los hay en todas partes, puede poner a María a la altura de Jesús, Jesús es el Verbo encarnado, la Segunda Persona de la Trinidad, hecho Hombre, el Único Mediador, Dios nos escucha por Jesús, también a María, la escucha por Jesús, Único Salvador, pero no olvidemos que si esta Mujer judía,  no hubiese aceptado la encarnación,  seguiríamos como antes de la Venida de Jesús

Pero eso, si, hace falta que revisemos nuestro culto mariano, para ponerlo en su sitio,  es una de tantas cosas, que hemos de revisar, para no tener a la Madre de Jesús, como un  ídolo, una especie de diosa madre, o, para no poner supuestos mensajes privados de Ella, a la altura de La Palabra de Dios

Acabo como empecé nos hace falta, como dice el Papa

Oración

Y, orar con María es éxito asegurado

miércoles, 11 de marzo de 2015

Caminemos hacia la Unidad ( Papa Francisco)

En una de sus intervenciones el pasado año, el  Papa Francisco dijo

"Caminemos hacia la unidad, unidos fraternalmente en la caridad, y teniendo como punto de referencia constante a Jesucristo nuestro hermano mayor, en la adoración de  Jesucristo, encontraremos el fundamento y ser de nuestro camino"

Sí, todos los cristianos, ortodoxos, católicos, luteranos, anglicanos, calvinistas, baptistas, etc. etc. lo ponemos por obra, avanzaremos por el camino de la Unidad, más que con las reuniones de teólogos, que son necesarias

Primero la Caridad, amándonos, unos a otros, y, amando juntos a los demás, buscando conocer a Jesús, que se nos muestra en La Biblia, ya en el Antiguo Testamento que sostiene, al Nuevo, adorándolo,  es decir cumpliendo su Voluntad, haciendo lo que él quiere, y, quiere que seamos uno, como Él, el Padre, y, el Espíritu son Uno; sirviéndolo en la Iglesia, que es su Cuerpo

La Unidad no es cosa, que se pueda buscar en solitario, ni como individuos, ni como Iglesias, ni Comunidades, es un caminar juntos,  hasta encontrarnos en la Única Iglesia de Cristo, la que nació de su costado herido, costado que hemos herido todos, y, todos  rasgamos su túnica, no es momento de echar culpas a los otros, si no de reconocer las propias, y, pedir perdón, y, perdonar

sábado, 7 de marzo de 2015

Los Pozos en la Biblia, y, los encuentros de vida y amor



En la Biblia aparecen muchas veces los pozos, y, al lado de los mismos casi siempre hay un encuentro del que nacerá una familia, que alargará el pueblo de Dios

Son importantes los pozos, porque tienen agua, y, sin agua no hay vida,  dicen se muere antes de sed que de hambre


El primer pozo que aparece, esta en Génesis 24; 11-20

El criado de Abraham Eleazar, había ido a buscar por mandato de su amo, una esposa para Isaac, Abraham no quería que una joven idolatra, como era la gente que lo rodeaba, fuese la esposa de su hijo, pues  ello acabaría con su Fe en el Dios que lo había elegido, tampoco quería que su hijo, dejase su tierra, pues el riesgo sería el mismo, por ello mando a su críado a buscar una joven en su familia, la familia paterna de Abraham, joven que habría de dejar la casa paterna, es decir los ídolos, y, venir no sólo a casarse, si no, a dar culto, al Dios vivo, al Dios de Abraham, el criado, la va encontrar junto al pozo, donde Rebeca acudirá a buscar agua, y, donde mostrará ser una persona generosa, y, buena, ya que no sólo ofrecerá agua al criado si no también a sus bestias, como ya sabemos, regresará con Eleazar, y, será madre de Jacob( Israel), y, de Esaú,  es decir ella dará vida, para que el pueblo de Israel, siga creciendo, será fuente de vida, como el agua, del pozo



El segundo pozo esta también en Génesis, 29. 1-14

Posiblemente en el mismo pozo, que su madre Rebeca, había sido hallada por  Eleazar, Jacob, conoce a su prima Raquel, y, el amor surge de improviso, por ella trabajará 7 años para Laban, de este matrimonio, al que hay que sumar a Lía, hermana de Raquel, nacerán las 12 tribus de Israel, las mujeres continuarán como el agua, dando la vida, alargando, ensanchando el Pueblo de Dios


El tercer pozo, aparece en Éxodo  2, 15- 20

Moisés  huyendo del Faraón, encuentra a su mujer Sefora, junto al pozo, de ella, recibirá a sus dos hijos

En el Nuevo Testamento,  El Pozo, aparece en el capítulo 4 de Juan,  aquí Jesús se encuentra con la samaritana, posiblemente, en el mismo pozo de los dos relatos del Génesis, al menos, eso dice, la mujer

Hay como en los anteriores, el encuentro de un Hombre, y, una mujer, de un Hombre, para el cual su alimento, es hacer la voluntad de Dios, de un Hombre, que llama con todo derecho a Dios “abba” papurri, papito,  y, de un Hombre, de una Persona, que manda sobre todo lo creado, porque lo creo,  que dice del Padre Dios, “ Yo, y, él somos Uno”, que afirma, “Yo soy” es decir Yahve,  porque Jesús es un Hombre, pero es Dios, sin mezcla de naturalezas

Y, hay una historia de Amor, pero de Amor a lo grande, a lo humano divino, si Jacob  trabajo 14 años por Raquel,  Jesús dejo el Cielo, se rebajo hasta  hacerse criatura, para rescatar a la samaritana, y, a cada hombre en particular, y, hacerlo de nuevo hijo de Dios, para eso brindará su propia Agua, el Agua que pronto saldrá de su costado, su Gracia, su Salvación, pues no hay más Salvador que Èl, pero la samaritana, la mujer, tampoco será un objeto pasivo, ella  hablará a su pueblo a su gente, y, con su testimonio,. Ayudará a que muchos crean en Jesús, y, el número del Pueblo de Dios, que acepta a su Mesías, y, se salva crecerá, la mujer junto con  Jesús, será fuente de vida, de vida eterna, como lo es el Agua del bautismo