viernes, 16 de septiembre de 2016

Unidad cristiana

Unidad cristiana



1º  La Unidad en los tiempos apostólicos, pre pascuales

Tal vez una visión demasiado romántica de los evangelios; nos harían ver, que esos 12 primeros “cristianos”, y, unas pocas “cristianas”,  lo he entrecomillado, porque  evidentemente, no eran cristianos, no lo eran, en el sentido legalista, que entendemos nosotros, si lo eran, en el sentido, etimológico de la palabra, seguían a Cristo, aunque no supiesen muy bien, por qué, ni quien era, en realidad, pero y, nosotros  hasta donde,  podemos dar respuesta.

Bien decíamos que pudiera parecer, que  en ese  grupo, de unos pocos cientos de personas, no  eran sólo los 12,  todo era Unidad,  pero no es así, entre ellos ya anidaba  “el virus”; de la discordia, y, la desunión, por supuesto,  con los que no eran de su grupo,  aquellas buenas personas, pensaban que Jesús, era de su propiedad, cuando es a  la inversa, vamos eran como la mayoría de los cristianos de ahora, ya seamos católicos, adventistas, luteranos,  episcopalianos, etc.  Cuando los samaritanos no quieren recibir a Jesús,  la idea, es pedir que sean fritos, desde el Cielo; y, en otra ocasión; Juan, dirá  muy ufano, que ha regañado, a uno, que hacía el bien en nombre de Jesús, sin ser del grupo;        

Pero quien piense, que al menos, dentro del grupo, si había Unidad, esta errado, más de una vez, Jesús,  los tuvo que reprender, por discutir, quién  iba ser el más importante, y,  luego los 2 hermanitos, pidiendo los primeros puestos en un Reino, que entendían, como podían. En  la última Cena,  coloca el Evangelio de Juan, la primera oración ecuménica, hecha por el mismo Cristo

Era normal, que  hubiese disensiones, y, era normal porque estaban bajo, el pecado,  nosotros también, y, el Espíritu del Mal,  es diábolo, divisorio, pero pese a todo, como tenían a Jesús con ellos,  dejando a un lado,  sus niñerías, estaban unidos, será al morir Jesús, cuando saldrán de espantada

De aquí sacamos una conclusión; dado que somos humanos, la Unidad, perfecta, en esta tierra nunca la vamos a tener,  La Unidad en la Fe, y, el Amor, sólo estando unidos a Jesús


2)      La  Unidad en los tiempos apostólicos

Entendemos por éstos, desde Pentecostés, hasta el siglo II de nuestra era; también entonces, como se puede constatar fácilmente, por la lectura del NT,  no faltaban las disputas, y, disensiones entre los primeros miembros de La Iglesia, o, de las Iglesias

Así por ejemplo; en Hechos, 6,  se nos da cuenta de una pequeña, queja motivada, por el mundo, de atender a las viudas de los procedentes del helenismo,  o, sea de origen griego, y, de las viudas de los hebreos, lo que llevo a la ordenación de los primeros, “diáconos”; es decir; “diaconey, servidores”

Se podría aducir, que aquí, no había disputa, de tipo; “teológico”; y, es cierto. Sin embargo en, Hechos, 10ss,  se nos muestra una crítica  a Pedro, por haber entrado en casa de incircuncisos, del Centurión Cornelio

La entrada de “nuestros abuelos”; los cristianos procedentes del paganismo, los gentiles, en la Iglesia de Jerusalén, no estuvo, exenta, de disputas, de rechazos, y, una vez dentro, tampoco la aceptación, fue unánime, unos querían que observasen las leyes de la Antigua Alianza, circuncisión de varones al 8º día,  carnes impuras, etc., lo que motivo,  el llamado Concilio de Jerusalén.

Y, si alguien piensa, que todos aplaudieron el Concilio; pues no, los  llamados judaizantes,  seguían dando  la murga, Pablo, se tuvo que enfrentar muchas veces a ellos en sus cartas,  dejándoles clarito, o, intentándolo, que, la Ley, sólo había sido, la niñera, para llevarlos, a Cristo, aunque siempre respeto, que, quien lo quisiera siguiese practicando la vieja Ley, pero sin imponer, pues el cristiano es libre

En, la carta a los filipenses;  filipenses 2ss,   el Apóstol de los gentiles, hace una llamada  a la Unidad

Con todas, estas divergencias,  peleitas de hermanos, la Unidad no se había roto,  pero no tardaría mucho

En la primera carta del Apóstol Juan; ya hace una mención, a los que habían roto, la Unidad, los que negaban la Encarnación del Verbo,  1 Jn 2, 18ss, posiblemente, docetas, gnósticos, y, maniqueos, pero que surgen, dentro de la propia Comunidad joánica, y, puede que de alguna otra; el autor de la epístola deja claro, que se van, porque no eran de la comunidad, y, en la  segunda epístola, 2 Jn,  10ss. Prohibirá todo contacto con ellos

A todo esto, los cristianos sufren  la persecución de Nerón, primera que puede ser considerada como tal

Todavía no se han formulado dogmas, ni, se asentado el Credo, pero ya se ha visto, que no es fácil, La Unidad, no lo es desde el punto de vista humano, pero gracias a Dios,  los dos primero siglos no fueron siglos de ruptura



La Unidad  en la época del imperio  romano

En los  3 primeros siglos, aparecen los gnósticos, y, docetas, pero podemos decir que en cierto modo, las persecuciones mantienen a los cristianos unidos

San Ignacio de Antioquia en el siglo II, en su  carta  a los  esmirniotas,  hace llamada a la  Unidad, y, la Fidelidad

San Irineo de Lyon

Condena a  Dion, por diferenciar  1 dios en el AT, y, otro en el Nuevo, en su tratado sobre los herejes, condena a Marción, que quería borrar el AT; insiste en que sólo hay  1 Dios, el del AT, es el del NT.

En el 190, escribe a su amigo Florino que había entrado en un grupo disidente

325    tiene lugar el Concilio de Nicea, contra Nestorio

Sin embargo, todos a su modo, confesaban  la  Fe  en Jesús como Mesías a su manera


Mani,  siglo III,  insiste  en un dualismo del bien, y, del mal



Constantino, pone como capital del imperio de Oriente, a Bizancio,  a la que llama; Constantinopla, la ciudad de Constantino, esto tiene lugar el  11 de mayo del 330

Deja de interesarse por  Occidente

Constantinopla,  pretende ser la Segunda Roma, y, reúne en torno a ella, a los cristianos de habla helena, es el germen de la futura división de la Iglesia



La Unidad tras la caída del imperio

Tras la caída definitiva del Imperio romano de Occidente.  Se producen  divisiones cuyas heridas son restañadas, hasta el siglo X; en que se produce la ruptura entre el Oriente cristiano, y, el  Occidente cristiano,  con Miguel Celulario, y, Focio, es el nacimiento de las Iglesias Ortodoxas.

El punto de conflicto, será amen de motivos políticos,  el Fillioque, la procedencia del Espíritu Santo, del Padre, y, del Hijo; o, del Padre, a través del Hijo

La segunda gran ruptura, tendrá lugar en los siglos XV, y XVI, con  el nacimiento de las Iglesias luteranas, reformadas, y, más tarde la anglicana, de ellas, a su vez procederían otras Iglesias, o, Comunidades

Los motivos de la división, el pecado de todos,  el mal ejemplo dado, por las autoridades de la Iglesia,  motivos políticos pues   la unión entre Iglesia, y, reyes era muy fuerte

El caso fue, que la Esposa de Cristo quedo herida rota, durante siglos, los que  fuimos bañados en el mismo bautismo, nos veríamos según el lado que nos tocase, como, papistas, come santos, idolatras, o, herejes, cismáticos, violadores de monjas; nada de esto  era voluntad de Dios



El falso concepto de Unidad

Durante mucho tiempo,  pues el deseo de Una sola Iglesia,  existió siempre,  tuvimos un concepto errado, de lo que significaba; y, ni que decir tiene, que  todavía hay quienes lo siguen teniendo

La Unidad que buscamos, mejor dicho, por la que oramos,  no es; hablamos desde el punto de vista católico, que todos los no católicos, se hagan católicos; no se trata de un regreso, por otra parte imposible, porque la Iglesia, no se ha quedado quieta, la Barca de Pedro, ha navegado, y, navega por el proceloso mar de la historia,  los católicos, no estamos, en la Iglesia del siglo XV ni del X; ni del XVII

No es tampoco, que todos seamos  como clones, de serie, todos igualitos, nuestra Unidad se basa en la diversidad, como, La Trinidad,  en la que todos creemos;  3 Personas distintas, pero 1 sola naturaleza,  buscamos la Unidad en lo esencial, y, en el Amor, que ya nos profesamos, aunque aún tengamos mucho que  hilar

No buscamos, ni deberíamos una unidad, en la que el otro, tenga que renunciar a gestos, que aunque no, nos digan nada, si son para él, expresión de su Fe;  a la larga todos nos enriqueceremos

Buscamos la Unidad de todos, en la Única   Iglesia de Cristo,  cuando Él quiera, y, como quiera

Como católicos, creemos que  esta Iglesia, subsiste,  en la Iglesia Católica romana,  porque  pensamos, y, creemos con todo respeto por los hermanos que no creen igual;   que es en ella, en esta Iglesia, Santa, y, Pecadora,  culpable también,  y, no en menor grado del pecado de la división,   creemos que en Ella, se dan , la mayoría de los medios de salvación,  dispuestos por el Señor, que  también  están en las otras Iglesias, y, Comunidades, que brotaron de Ella, directa, o, indirectamente




La Unidad como arma política

La Unidad,  que buscamos, no es una; unidad política, no es como la que  buscaron los Reyes católicos para España;  sin embargo, esta Unidad eclesial; fue buscada,  por ese motivo, por dirigentes políticos, a lo largo de la historia,  si todo el mundo tenía la misma fe, se evitarían guerras, y, todo el  mundo les obedecería; si el rey de España era católico, un buen español, era el que era católico,  si la reina de Inglaterra era anglicana, y, cabeza de esa Iglesia, el buen  inglés, era el anglicano, y,  etc. Etc.  Por lo tanto, los súbditos que no tuviesen esa fe, habían de ser “convertidos”; e, incluso eliminados, si ya no con le perdida de la vida, si con el ostracismo, la merma de los derechos, no fuese a suceder;  que en una guerra, se pusieran del lado, de sus hermanos  de religión, aunque fueran enemigos de su patria

Esto era, y, es un craso error,  la libertad religiosa, es un derecho humano, y, los derechos humanos, vienen de Dios, no de la ONU,  no busquemos pues la Unidad política 

Este fue el error de los Reyes católicos,  incluso políticamente, echaron fuera, a judíos,  e, islámicos, e hicieron falsas conversiones, de  pobres que no querían perder la vida; pensando erróneamente, que así, todos los españoles, serían uno

Pero no fue sólo error suyo; cuando Lutero clavo sus 95 tesis, el emperador Carlos V, Carlos I, de España, intervino, y, no lo hizo, como cristiano dolido, si no, porque para él, planteaba un problema político, como no es cosa, de ponernos a contar historias,  sabemos que se termino con un acuerdo, los príncipes, es decir los Jefes de Estado, tenían derecho, a escoger la Iglesia que quieran; pero los súditos tenían que tener la religión del príncipe, este principio,  se aplico durante siglos al pie de la letra, y, por ello, los países de la Reforma, si son monarquías,  son confesionales, Dinamarca, Suecia,  en  los países católicos ya no, es obligatoria la confesionalidad


Pero no hace muchos siglos, si uno decía que era español, estaba diciendo que era católico;  o, era ya sospechoso, Ya que se pensaba, que lo mejor era, que siendo todos del mismo país, se pensará igual, y, si ya era craso error, en el terreno político, en el  religioso mucho más


La Unidad cristiana, como  Dios quiere

La Unidad, que El Señor quiere, es la misma, que tiene, La Santísima Trinidad; Unidad en lo esencial, en el Amor, en lo primordial;  nuestro Dios es Uno, pero al mismo tiempo es Trino; son  3 Personas distintas; pero con una sola voluntad una sola naturaleza, así nosotros, hemos de ser una sola Iglesia, la de Cristo,  pero no un grupo clónico, como decía Agustín de Hipona; “ En lo esencial Unidad,  el la diversidad respeto, y, por encima el Amor”

Y, todo esto, no podemos lograrlo solos; precisamos la oración, la ayuda de lo Alto; amén de conocernos, pues no se ama; lo que no se conoce; puede parecer que no hemos hecho nada, pero si echamos al vista atrás;  podemos estar seguros; que el Espíritu del Señor Resucitado,  esta actuando en nuestras Iglesias; y, Comunidades

Trabajo realizado por:

Miembros del grupo de animación ecuménica de La Coruña, diócesis de Santiago de Compostela
































Todo podemos decir de las palabras de Papa Francisco sobre el genocidio de los armenios de 1915, excepto que se trata de un gesto improvisado

Todo podemos decir de las palabras de Papa Francisco sobre el genocidio de los armenios de 1915, excepto que se trata de un gesto improvisado y no meditado. Son las palabras que el Papa pronunció en su saludo inicial, en San Pedro en Roma, durante una misa solemne para los fieles de rito armenio, ante la presencia de las máximas autoridades de la Iglesia Armenia Apostólica y el presidente de la República de Armenia. La misa se celebró el 12 de abril, pocos días antes del 24 de abril, día que conmemora el centenario del inicio del genocidio que el Papa ha citado enseguida apertis verbis. “Queridos fieles armenios", empezó, "hoy recordamos, con el corazón traspasado de dolor, pero lleno de esperanza en el Señor Resucitado, el centenario de aquel trágico hecho, de aquel exterminio terrible y sin sentido, que vuestros antepasados padecieron cruelmente".

Está claro, por lo tanto, que el Papa ha tomado dicha iniciativa plenamente consciente de todas las posibles consecuencias y después de haber valorado cada aspecto de la cuestión. Por eso, es más importante que nunca conocer bien las razones y el significado. Y para hacerlo no hay ningún modo mejor que recordar lo que él dijo textualmente.

Tras haber confirmado que estamos en “un tiempo de guerra, como una tercera guerra mundial ‘por partes’“, continuó así:

“También hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín que clama: «¿A mí qué me importa?», «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9; Homilía en Redipuglia, 13 de septiembre de 2014).

"La humanidad conoció en el siglo pasado tres grandes tragedias inauditas: la primera, que generalmente es considerada como «el primer genocidio del siglo XX» (Juan Pablo II y Karekin II, Declaración conjunta, Etchmiazin, 27 de septiembre de 2001), afligió a vuestro pueblo armenio –primera nación cristiana–, junto a los sirios católicos y ortodoxos, los asirios, los caldeos y los griegos. Fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos e incluso niños y enfermos indefensos. Las otras dos fueron perpetradas por el nazismo y el estalinismo. Y más recientemente ha habido otros exterminios masivos, como los de Camboya, Ruanda, Burundi, Bosnia. Y, sin embargo, parece que la humanidad no consigue dejar de derramar sangre inocente. Parece que el entusiasmo que surgió al final de la segunda guerra mundial está desapareciendo y disolviéndose. Da la impresión de que la familia humana no quiere aprender de sus errores, causados por la ley del terror; y así aún hoy hay quien intenta acabar con sus semejantes, con la colaboración de algunos y con el silencio cómplice de otros que se convierten en espectadores. No hemos aprendido todavía que «la guerra es una locura, una masacre inútil» (cf. Homilia en Repudalia) el 13 de 13 de septiembre de 2014)".


Por consiguiente, por una parte el Papa eligió hablar pro veritate del genocidio de los armenios de manera abierta y solemne, prescindiendo de cualquier cautela diplomática, sabiendo bien que suscitaría fuertes reacciones por parte de Turquía, donde su negación es parte integrante de la cultura oficial del país. Por otra parte, indicó el genocidio de los armenios como el primero de una secuencia de tres “grandes tragedias inauditas” del siglo XX: análogo por gravedad a los genocidios perpetrados “por el nazismo y el estalinismo”. Aunque difícilmente contestable si se mira a los hechos sin prejuicios ideológicos, dicha equivalencia choca con dos pretensiones distintas pero igualmente consolidadas: la de quien, en un ambiente judío, pretende que la Shoah es el mal y la tragedia absolutos, no comparable con ningún otro hecho de la historia humana; y la de quien, en un ambiente post-marxista, rechaza cualquier paralelo entre Hitler y Stalin, viendo en el primero la encarnación absoluta del mal y en el segundo, en cambio, un revolucionario de buenas intenciones que se equivocó en la elección de los medios pero no en el fin.

En resumen, de un solo golpe el Papa Francisco ha roto tres tabúes convencido de que "donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla". En esto no hace otra cosa que seguir el camino abierto por sus inmediatos predecesores, pudiendo hacer lo que hace porque ellos hicieron lo que hicieron. Por ello, es significativa su referencia a la declaración común que Juan Pablo II y el Catholicos Karekin II suscribieron en Etchmiadzin el 27 de septiembre de 2001. Es una firmeza que levanta admiración y que cada uno de nosotros, en su pequeña medida, debería tomar como ejemplo

El Papa Francisco habla de lo que nos une






Lo que nos une
Papa Francisco Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hemos estuchado el texto bíblico que este año guía la reflexión en la Semana de Oración para la unidad de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Esta semana. Tal pasaje de la Primera Carta de san Pedro ha sido elegido por un grupo ecuménico de Letonia, encargado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.
Al centro de la catedral luterana de Riga hay una fuente bautismal del siglo XII, el tiempo en que Letonia fue evangelizada por san Meinardo. Aquella fuente es un signo elocuente de un origen de la fe reconocida por todos los cristianos de Letonia, católicos, luteranos y ortodoxos. Tal origen es nuestro Bautismo común. El Concilio Vaticano II afirma que «el Bautismo constituye el vínculo sacramental de la unidad vigente entre todos aquellos que por medio de él han sido regenerados» (Unitatis redintegratio, 22). La Primera Carta de Pedro está dirigida a la primera generación de los cristianos para hacerlos conscientes del don recibido con el Bautismo y de las exigencias que implica. También nosotros, en esta Semana de Oración, estamos invitados a redescubrir todo esto, y a hacerlo juntos, yendo más allá de nuestras divisiones.
En primer lugar, compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y tenemos necesidad de ser salvados, redimidos, liberados del mal. Es este el aspecto negativo, que la Primera Carta de Pedro llama «tinieblas» cuando dice: «[Dios] los ha llamado fuera de las tinieblas para conducirlos a su admirable luz». Esta es la experiencia de la muerte, que Cristo ha hecho propia, y que es simbolizada en el Bautismo al ser sumergidos en el agua, y a la cual sigue el resurgir, símbolo de la resurrección a la nueva vida en Cristo. Cuando nosotros cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos nosotros –católicos, protestantes y ortodoxos- compartimos la experiencia de estar llamados de las tinieblas feroces y alienantes al encuentro con el Dios vivo, pleno de misericordia. Todos de hecho, lamentablemente, tenemos experiencia del egoísmo, que genera división, cerrazón, desprecio. Volver a partir del Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente de esperanza para todos, porque ninguno está excluido de la misericordia de Dios, ninguno está excluido de la misericordia de Dios.
El compartir esta gracia crea un vínculo indisoluble entre nosotros los cristianos, así que, en virtud del Bautismo, podamos considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios, aunque si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte de nuestras divisiones, es más fuerte. En la medida en que recibimos la gracia de la misericordia, nosotros nos transformamos siempre más plenamente en pueblo de Dios, y nos transformamos también en capaces de anunciar a todos sus obras maravillosas, precisamente a partir de un simple y fraterno testimonio de unidad. Nosotros cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del Evangelio comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia corporales y espirituales. Este es un testimonio concreto de unidad.
En conclusión, queridos hermanos y hermanas, todos nosotros cristianos, por la gracia del Bautismo, hemos obtenido misericordia de Dios y hemos sido recibidos en su pueblo. Todos, católicos, ortodoxos y protestantes, formamos un sacerdocio real y una nación santa. Esto significa que tenemos una misión común, que es aquella de transmitir la misericordia recibida a los otros, comenzando por los más pobres y abandonados. Durante esta Semana de Oración, rezamos para que todos nosotros discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada parte de la tierra. Gracias.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hemos estuchado el texto bíblico que este año guía la reflexión en la Semana de Oración para la unidad de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Esta semana. Tal pasaje de la Primera Carta de san Pedro ha sido elegido por un grupo ecuménico de Letonia, encargado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.
Al centro de la catedral luterana de Riga hay una fuente bautismal del siglo XII, el tiempo en que Letonia fue evangelizada por san Meinardo. Aquella fuente es un signo elocuente de un origen de la fe reconocida por todos los cristianos de Letonia, católicos, luteranos y ortodoxos. Tal origen es nuestro Bautismo común. El Concilio Vaticano II afirma que «el Bautismo constituye el vínculo sacramental de la unidad vigente entre todos aquellos que por medio de él han sido regenerados» (Unitatis redintegratio, 22). La Primera Carta de Pedro está dirigida a la primera generación de los cristianos para hacerlos conscientes del don recibido con el Bautismo y de las exigencias que implica. También nosotros, en esta Semana de Oración, estamos invitados a redescubrir todo esto, y a hacerlo juntos, yendo más allá de nuestras divisiones.
En primer lugar, compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y tenemos necesidad de ser salvados, redimidos, liberados del mal. Es este el aspecto negativo, que la Primera Carta de Pedro llama «tinieblas» cuando dice: «[Dios] los ha llamado fuera de las tinieblas para conducirlos a su admirable luz». Esta es la experiencia de la muerte, que Cristo ha hecho propia, y que es simbolizada en el Bautismo al ser sumergidos en el agua, y a la cual sigue el resurgir, símbolo de la resurrección a la nueva vida en Cristo. Cuando nosotros cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos nosotros –católicos, protestantes y ortodoxos- compartimos la experiencia de estar llamados de las tinieblas feroces y alienantes al encuentro con el Dios vivo, pleno de misericordia. Todos de hecho, lamentablemente, tenemos experiencia del egoísmo, que genera división, cerrazón, desprecio. Volver a partir del Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente de esperanza para todos, porque ninguno está excluido de la misericordia de Dios, ninguno está excluido de la misericordia de Dios.
El compartir esta gracia crea un vínculo indisoluble entre nosotros los cristianos, así que, en virtud del Bautismo, podamos considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios, aunque si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte de nuestras divisiones, es más fuerte. En la medida en que recibimos la gracia de la misericordia, nosotros nos transformamos siempre más plenamente en pueblo de Dios, y nos transformamos también en capaces de anunciar a todos sus obras maravillosas, precisamente a partir de un simple y fraterno testimonio de unidad. Nosotros cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del Evangelio comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia corporales y espirituales. Este es un testimonio concreto de unidad.
En conclusión, queridos hermanos y hermanas, todos nosotros cristianos, por la gracia del Bautismo, hemos obtenido misericordia de Dios y hemos sido recibidos en su pueblo. Todos, católicos, ortodoxos y protestantes, formamos un sacerdocio real y una nación santa. Esto significa que tenemos una misión común, que es aquella de transmitir la misericordia recibida a los otros, comenzando por los más pobres y abandonados. Durante esta Semana de Oración, rezamos para que todos nosotros discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada parte de la tierra. Gracias.



renovación de la Iglesia


La Renovación de La Iglesia. Camino hacia, la Plena Unidad

Este año,(2013) en el  grupo de ecumenismo de La Coruña;  hemos elegido, el tema de “La Renovación en la Iglesia;  renovación que no es un simple renovarse, si no un adentrarse en el Camino, hacia la Plena Unidad; cuando todos seamos Uno, en  Jesús el Cristo.
Sabemos, bien, que esa Unidad,  sólo será posible, cuando tenga lugar la Parusía, es decir la Segunda Venida, de Jesús
Hemos dividido nuestro “trabajo”, en estos  apartados
1º  ¿Qué entendemos por renovación; de la Iglesia?

Que la Iglesia, tiene que volver a llenarse;  del Espíritu Santo; como en  un nuevo Pentecostés; no para hablar al mundo, al que no le interesa lo que diga la Iglesia, salvo que  diga lo que él quiere, si no para hablar a los hombres que viven en  el mundo, que son hijos de Dios; y, están llamados a ser hijos de La Iglesia; es preciso un nuevo Pentecostés,  tal vez nos vendría  bien;  releer despacio, el Libro de los Hechos
Renovación que hemos de hacer todos, y, cada uno, de los que formamos la Iglesia,  guiados por el Espíritu Santo; empezando cada uno, por si mismo;  comenzando por la oración.
Cada persona del grupo, o, cada grupo tendrá sus  métodos, y, sus medios, desde el uso, de las nuevas tecnologías, ¿Qué tal una cuenta en  Facebook, para informar de los acontecimientos ecuménicos que tengan lugar; y, para contactar con otros hermanos?
Esto tiene un objetivo
El movimiento ecuménico,  no es un grupo de personas, que se reúnen cada  cierto tiempo, o, qué andan a la “caza” de  algún nuevo miembro,  muy al contrario, somos Iglesia;  una pequeña porción de Iglesia,  pero Iglesia; Esa Iglesia fundada por Jesús, y, que nosotros,  todos, y, cada uno, hemos   herido, hemos roto;  nos tiene que doler  la desunión,  que no podamos compartir la Mesa Eucarística,  con nuestros hermanos,  por eso tenemos que vivir el ecumenismo, no como una carga; como un carisma, viviendo el “ ut unum sint”, día a día.

Recordando que nuestro modelo de Unidad, es  La Santísima Trinidad; Las  Tres Personas,  Son Una en esencia, por  necesidad,  sólo hay 1 Dios, pero son  3 en Persona,  no es lo mismo el Padre, que Jesús,  tampoco nosotros  empezando desde esta pequeña porción de Iglesia, que es el grupo de ecumenismo,  tenemos que ser distintas, lo somos cada uno, tiene una formación espiritual, una forma de relacionarse con Dios, hasta de vivir el ecumenismo, y, eso es bueno, y, no debemos jamás unos imponernos a los otros, pero al mismo tiempo, en el respeto a esa diversidad, hay algo que hemos  de tener todas es el compromiso de orar  al Padre, para que adelante la hora de la Unión,  amar a  los hermanos que no  piensan en todo como nosotros, que no viven la Fe en  el Resucitado del mismo modo, pero que creen en Él, que lo aman, y, que en Iran  e Irak; muchos  lo están testimoniando con su sangre, procurar conocerlos, para amarlos, no se ama lo que no se conoce, no se trata por tanto del estudio frío
Tienen que dolernos sus problemas como Comunidades  e Iglesias, y, para ello, precisamos conocerlos,  lo que indica no sólo conocer lo que creen, y, piensan si no también lo que están pasando ahora, un conocimiento  realista, no ver como bueno, todo lo que hagan cuando no lo sea
Vivir un ecumenismo alegre, hemos dado demasiada visión del viernes santo, cuando dura más la Pascua, de hecho, desde el año 33 aún no  ha concluido, ni concluirá.
Ante los hermanos no católicos que nos rechazan,   pensar un poco, en los motivos que puedan tener;  y, si uno se siente culpable pedir perdón, sino   estar dispuesto al perdón, orar por ellos, y, tratar de que no se vuelvan a dar los motivos que aún  les hieren
Hemos de evitar también  las burlas a otras Iglesias, y, Comunidades, bueno,  las burlas a ninguna religión, pero tampoco consentir chanzas con los nuestro
2º   Relación entre renovación  y, Unidad

No, estaría de más, que no olvidásemos el significado de la palabra; “ renovar”; hacer  que algo, este  como en el momento, en que fue construido; no se trata pues, de hacer otra Iglesia; si no  la que fundo Jesús de Nazaret, y, a la que nosotros  todos los cristianos;  la hemos afeado, con nuestros torpes “ aderezos”;  viendo a la Iglesia como una barca, “ La barca de Pedro”; podríamos decir que  en el  navegar por el proceloso mar de la historia; se le han pegado, muchas rémoras; y, nuestro deber  es dejarla;  limpia,  renovada;  sabiendo bien, que mientras  la UNIDAD; entre todos los que confesamos que Jesús; es el Cristo; no será total; y, hemos de buscarla.
Y, esto por varias razones.
La primera, y, más importante, porque forma parte del Testamento de Jesús; Jesús, oro al Padre, porque fuésemos Uno, como Ellos, son  Uno.
La segunda,  porque todos, sin excepción, creemos y confesamos, de acuerdo a Las Sagradas Escrituras; y, a la fórmula de fe, del Concilio ecuménico del 381, Nicenoconstantinopolitano;  En el Dios Uno, y, Trino, Padre, Hijo, y, Espíritu Santo; y, a la Iglesia como Una, Santa, Católica, y, Apostólica.
Sin embargo, ante el mundo, nos presentamos divididos,  y, nuestro deber es el de mostrarnos unidos, el hacer presente ante el mundo, la  UNIDAD; que es, y, será siempre, Don, de Dios.
Pero la  UNIDAD; no se regala, hemos de buscarla entre todos, orando sí, puesto que como ya queda dicho, es  Don de Dios, pero no basta,  nos hemos ofendido, insultado, y, debemos pedir perdón, y, perdonar,  la reconciliación no es un hecho baladí, sin ella  la renovación, no sería más que una pantomima
Hemos también de conocernos los unos a los otros, y, eso,  no basta con el estudio, aunque sí, es necesario, si no con el diálogo  fraterno; con la oración en común
Necesitamos también  formar y, examinar nuestra Fe, ver  que cosas hemos añadido, por nuestra cuenta;  es decir hacer un  serio examen de conciencia eclesial; todas las Iglesias, y,  Comunidades; y, ver que  rémoras  hemos puesto, que  dificultan e impiden la Unidad, porque no lo olvidemos, los deseos de Jesús, están antes de nuestros caprichitos, por muy santos que nos parezcan, y; Jesús nos quiere “Uno”.
Lógicamente, a lo largo de los siglos,  hay cosas  que  marcan nuestra diferencia, pero no rompen  nuestra Unidad, y, eso es bueno, ya que Dios no, nos quiere clones, si no  diversos, pero unidos en lo esencial, también esto, forma parte de la renovación;  el aceptar que el hermano, que cree lo mismo que nosotros,  lo exprese por ejemplo litúrgicamente de otra manera, sacarnos de la cabecita, el “yo soy la verdad”; y, sólo lo mío vale; porque “Yo Soy la Verdad”; Jesús lo tiene patentado,  nosotros sólo, somos en cuanto, estamos unidos a Él; y, nos unimos en el bautismo, el mismo para todos; la renovación, nos debe llevar también a la Unidad en la diversidad; y, todo no para ser un día noticia en los telediarios, si no para Gloria de Dios, Uno, y, Trino, porque por  encima de todo, nuestra UNIDAD; para no ser simplemente una ; unidad,  debe ser de cada, uno, y, de todos con Dios; porque, esta es nuestra vocación, y, la de todos los hombres, aunque no lo sepan; como dice  la GS, en su punto 19; “ La razón más alta de la dignidad humana, consiste en la vocación del hombre, a la unión con Dios”
3º  Fundamento bíblico

Todo lo que hemos expuesto  hasta ahora,  no es una mera elucubración, sino que muy al contrario, está firmemente asentado, en las Sagradas Escrituras.

Tanto en el AT; como en el NT, como  haríamos esto muy largo; hemos elegido, sólo  2  textos del  AT; uno irá al final como oración; y, 3 del NT.  Ni que decir tiene que podrían ser muchos más

Empezamos con el AT:  Miqueas  2, 12

“Voy a reunir a  Jacob, todo entero
Voy a recoger el resto de Israel
Los agruparé como ovejas en el aprisco
Como rebaño en medio del pastizal
Él que abre caminos, subirá delante de ellos
Les abrirá  pasarán la puerta, por ella saldrán
Su Rey, pasará delante de ellos
Yahvé a la cabeza”


Jacob como todos sabemos es Israel, y, para nosotros los cristianos, en Jesús, hijo del pueblo de Israel nos unimos al pueblo de la promesa, por eso, aunque Miqueas pensará en la reunión del pueblo de Israel, nosotros hemos de verlo, como la promesa de que Dios  unirá a todos los cristianos,  es más a todos los hombres en la Única Iglesia de su Hijo, ya Jesús en Juan, nos dice, que tiene otras ovejas, que las juntará a todas  en el mismo rebaño; Él es la Puerta, por la que todos los cristianos, y, los que no lo son accedemos al Padre,  por ella nos dice el profeta que saldrán,  Jesús no dice,  que saldrán, dejar la vida de pecado, y, entrarán,  vida de conversión  y.  Gracia

El Rey es Jesús, y, ya  va delante  esta ante el Padre, pidiéndole que una a sus hermanos, para que seamos Uno, como Ellos  Tres son Uno, y, el mundo crea

Yahvé a la Cabeza, y, Yahvé es también Jesús,  “Jesús es “Yo soy,  Él que es”; así nos lo ha dicho Él, “no temáis Yo soy”; y, también, “para que cuando suceda creías que “Yo soy”

Jesús, el Padre, el Espíritu Santo, son el Dios  que es; pero  también el Dios que esta, que está a nuestro lado,  fabricando la Unidad,  incluso cuando nosotros la tiramos por el suelo, sigamos adelante con Los  Tres, es Decir con Uno, el Dios de Israel, y, su enviado Jesucristo, así un día, podrá tener lugar la deseada unión en la fe, el amor, y, la esperanza, y, pronto podrá el Señor Jesús venir al corazón de todos los hombres, y,  esa será su Venida gloriosa.
Del Nuevo Testamento, tomamos en primer lugar a Juan  17
“Padre Santo, guarda en tu Nombre, a éstos que me has dado, para que sean uno, como Tú, Padre, y, yo somos Uno, que ellos sean en nosotros, y, el mundo, crea que Tú me has enviado; y, los has amado, como me amaste, a mi….. Pero no ruego, sólo por ellos, si no, por cuantos han de creer en mi, por su, palabra, que sean uno, Padre, como Tú en Mi, y, Yo, en Ti, para que el mundo crea”

Ahí, nos da Jesús también  la razón de la UNIDAD; que el mundo crea.
San Pablo el Apóstol de los gentiles,  nos dice, en la carta a los Efesios; 2,14

“Porque Cristo es nuestra paz: él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba”

Es verdad que el Apóstol, habla pensando, en los cristianos procedentes del judaísmo; y, los que ahora, por el bautismo, se convertían en adoradores del Dios de Abraham, dejando los ídolos; pero el Mensaje, no acaba ahí; cada Iglesia cristiana, cada Comunidad eclesial, se lo puede aplicar;  Jesús, es nuestra Paz, en Él ya estamos unidos, pues en el bautismo, fuimos incorporados a su Cuerpo; por eso; podemos decir juntos, “Padre Nuestro”; Él derriba el muro de enemistad, y, odio que nos separa;  tenemos que dejarle, y, no levantar más muros

El otro texto,  es también de Pablo,  1 Cor, 1, 3-4
“Cómo andáis por ahí, diciendo, yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo, de Cristo,  ¿Esta dividido Cristo, murió Pablo por vosotros?.... Ni, el que siembra es nada, ni el que riega, si no Dios que hace crecer…”

Es uno de los textos más actuales; y, no, sólo porque nos hemos empeñado, en decir, “Yo soy viejo católico,  yo católico romano, yo ortodoxo, yo  cristiano evangélico,  luterano etc.  Si no que dentro, de nuestra misma Iglesia;  en este caso la Católica romana, porque por voluntad de Dios, es lo que somos;  hemos hecho, y, hacemos bandería, “ Yo soy carismático,  Yo de Comunión y Liberación….. Yo, sólo soy de la Iglesia; y,  entre los que no son, o, no somos de nada;  también,  surgen banderías,
“la cofradía, la congregación, o, nada”
Y, eso que es bueno, porque la diversidad es buena, y, querida por Dios,  nos  hace  vernos como “ rivales”; y, él que no es de mi grupo, de mi movimiento, a fuerza ha de estar errado; nos olvidamos, que benditos movimientos, sí, nos llevan a amar más al otro, a estar más unidos a Jesús, a vivir su Palabra, pero  si nos convierten en islas, en islotes, malo, muy, malo,  como dice Pablo en otro lugar de esta Epístola, cada uno, tiene de Dios su propio don.
Lo que importa es ser de Jesús, si no somos suyos,  por más que se firmasen acuerdos de unidad, sería una mentira.
Jesús es Uno, y, Uno con su Padre, y, el Espíritu Santo; y, al bautizarnos, fuimos unidos a Él, por tanto, en Él ya estamos unidos, ahora, sólo nos falta, con su ayuda, sus méritos, y, la fuerza del Espíritu  Santo, restablecer la verdadera UNIDAD; o, mejor dejarle hacer.
4º  El Espíritu  Santo, en la renovación de la Unidad de la Iglesia

No, nos queda más remedio,  tenemos que ir al Libro de los Hechos de los Apóstoles; a nuestro nacimiento, primeros capítulos, que  no vamos a poner aquí,  si a recordar.
La Iglesia primigenia,  11 señores, Judas, se había suicidado, llenos de miedo, con más miedo que vergüenza;  encerrados en una casa, con un grupo de mujeres, y, otros creyentes, entre ellas, la Madre del joven Maestro crucificado. Con las puertas bien cerradas, miedo  a los  judíos, hermanos en la fe, miedo a los gentiles, a los prosélitos, miedo a todo, de pronto, llega, El Espíritu Santo, y, todo se transforma aquellos cobardes se hacen valientes, hasta dar la vida,  hablan  en el lenguaje, que los otros les  pueden entender;  el lenguaje del Amor, no temen confesar sus Fe, en el Resucitado; no temen a la muerte; se enfrentan a miles de personas, confesando a Jesús, como Señor, es el mismo Pedro que  50 días antes, temblaba de miedo ante una criada; él que manda bautizarse en Nombre de Jesús; pero no pensemos que el Espíritu, obro solo, en los que estaban en el Cenáculo, opero del mismo modo, en los que estaban fuera,  de lo contrario, los habrían hecho papilla;  curo su sordera, les hizo oír en su lengua; y, saber preguntar, a, quienes los acusaban de la muerte de un hombre, que muchos de los que allí estaban, judíos de la diáspora,  seguro ni habían visto, ¿Qué hemos de hacer?
Y, así con 3.000 personas  empieza la Iglesia, y, el Espíritu va sugiriendo siempre, lo más necesario,  para el crecimiento del Cuerpo, la entrada de los gentiles, por ejemplo, y, no ha dejado de actuar, Él hizo nacer el deseo de la búsqueda de La Unidad,  a  los cristianos de la confesión anglicana de Edimburgo, y, alentó a  que las otras Iglesias, entre ellas la Iglesia Católica Romana,  viese  la búsqueda de la UNIDAD; como un don, del mismo Señor
Inspiro el Vaticano II,  de modo especial  la U. R. Movió a los pontífices a dejar la palabra  hermano separado,  simplemente por la de hermano, y, sigue soplando,  sobre cada uno, sacudiéndonos, como,  hizo en aquel primer Pentecostés

5º  En qué, quienes, y, como
En qué hemos de renovarnos

Reconocemos, que  esta pregunta no es fácil; y, no, porque no tengamos  en que renovarnos; sino  porque cada uno de los miembros de La Iglesia, de Las Iglesias, o, Comunidades, somos  individuos;  es decir cada uno, es cada uno; lógicamente, a nivel institucional también hacen falta renovaciones; pero lo que cuenta aquí, es lo que podemos hacer  cada uno; uno, a uno; y, si no es así, lo que hagan, los Estamentos eclesiales,  valdrá de muy poco, como mucho de portada de prensa.
No, se pueden dar tampoco pautas, sería  pretencioso  hacerlo, cada persona  cristiana,  sea, o, no del movimiento ecuménico;  tiene una  forma de vivir,  el mismo; una forma de ver a los otros cristianos,  depende la educación recibida etc.
Por ello, lo que hemos de hacer, cada uno, es un examen  de conciencia; individual; preguntarse, cada uno
¿Cómo es mi relación con los que  a nivel eclesial católica, o,  de la Comunidad, a la que  uno pertenezca; no piensan como yo, en este campo, viven la Fe, su relación con Dios, su piedad de otro modo?
¿Qué debo mantener, o, que debo corregir, o, mejorar en este punto?
¿Hacia las otras Iglesias, o, Comunidades, Cuál es mi postura,  de “paternalismo”; de “ superioridad”; de inferioridad”, soy de los que dicen; “ creen lo que les enseñaron”; o, por el contrario, veo,  al Espíritu actuando en sus Iglesias
¿Oro, por la reconciliación entre todos los que formamos La Única Iglesia de Cristo, aunque ahora, nos mostremos separados; o, por el contrario, oro por la conversión de los otros, porque ni mi Iglesia, ni yo, la precisamos?
¿Tengo en cuenta, que La Voluntad de Jesús, que es Dios; fue que todos, “sean Uno?”
Todos, los cristianos somos pecadores, nuestro pecado, ha sido la separación de lo que Dios  había querido Uno,  los romanos,  no rompieron  la túnica de Jesús, nosotros la hicimos trizas.
La discordia, no sólo nos separamos, si no que nos hicimos todo el daño posible; nos calumniamos, e insultamos durante siglos, y, a veces más que insultarnos,  revivimos la  historia de Cain  y, Abel, sólo que aquí,  todos fuimos Caín, y, todos, salvo muy pocas excepciones Abel.
Confundimos Unidad, con Uniformidad, como si  fuésemos borreguitos, que todos  balan del mismo modo
La soberbia, el egoísmo, nos llevaron a  lo largo, de los siglos, a, acentuar lo que nos separaba, sobre lo que nos unía, cayendo en un constante, “Yo de Pablo, yo de Cefás…”

Cómo
Fortalecer nuestra Fe, con la oración,  el estudio, ahondar en el conocimiento de Jesús de Nazaret, y, de los hermanos, entablar un diálogo sincero, en el que nadie, oculte, lo que es, y, lo que cree; en donde no haya, ni falsos proselitismos, ni ocultaciones, donde se respete lo que no se comparte,  respetar no significa aceptar,  amarnos, como hacían en la Iglesia primitiva, donde no todos pensaban lo mismo.
Tenemos que hacerlo, porque el mundo, nuestro mundo va de mal en peor; y, va porque al no creer se ha apartado de Dios, sólo los cristianos podemos hacer que crea, presentándoles a Jesús, pero no podemos, porque a Jesús, lo hemos roto, y, cada uno, presenta un pedacito, y, a ese “pedacito” encima le hemos  hecho apaños, en muchas ocasiones, con lo que “ el Jesús resultante, es un ser monstruoso”; es preciso, que  estemos unidos, para que el Jesús, que demos al mundo, sea  el Único que hay el Resucitado, entonces el mundo, al vernos, podrá creer, si quiere, y, ser salvado
Después de 2.000 años, aún no hemos caído en la cuenta, que sólo cuenta Uno, el nacido en Belén, y, muerto en la Cruz  en Jerusalén, que no hay,  y, si lo hay no debe haber,  ni,  católico, ni ortodoxo, ni anglicano, ni luterano, ni  baptista…., porque todos somos uno en Cristo Jesús
Buscar y lograr la Unidad, no es algo de lo que podamos prescindir,  es una obligación de nuestra vocación de cristianos, de bautizados, unidad vivida en el Amor
El Amor cubre multitud de defectos,  por eso, si amamos  sabremos ver con más indulgencia las faltas de los otros, y, con más rigor las propias,  por desgracia no siempre lo hemos hecho

Tiene que llegar el día, en que de nuevo  el mundo diga, “mirad como se aman”
6º urgencias pasos a dar en nuestras realidades
Intensificar el diálogo con los hermanos de otras Iglesias, y, comunidades cristianas
Profundizar en el conocimiento de nuestra propia fe, sobre todo, en el estudio, y, conocimiento bíblico
Oración más intensa, de los unos por los otros; y, de los unos con los otros
Actividad social, cuando surja; y, sea necesaria, como dice el Papa Francisco, no somos una ONG
Ponernos en manos de Jesús
Miembros del grupo de animación ecuménica de La Coruña, diócesis de Santiago de Compostela

trabajo realizado en el curso 2012/2013


No podemos competir con las demás Iglesias, o Comunidades cristianas





No podemos competir con las demás Iglesias

Me refiero a que si sabemos que somos hermanos, que todos somos cristianos, no debemos actuar como ellos de los que habla Pablo, que predicaban a Jesús, para  pasar por encima de Pablo, ningún cristiano sea católico, evangélico, luterano ortodoxo, no,  ha de vivir el Evangelio,  hacerlo presente en el mundo, para ser más cristianoe, si no que ha de hacerlo con los demás cristianos, invitándolos, alegrándose de las buenas iniciativas de cualquier Iglesia, porque  si todo bien, viene del Espíritu Santo; si procede de cristianos más aún

Pero en lugar de eso, hay veces  que parecemos enemigos declarados,  o niños tontos, vamos a ver, “quien sabe más de Biblia”; quien es más litúrgico, quien ora mejor,  olvidando lo esencial el amor que nos debemos tener,  alegrarnos de los dones y del bien del otro, y, ofrecer y compartir los nuestros

Hace poco, en España las Iglesias evangélicas, organizaron un día de orar por España, en el que pasearon La cruz, la bandera española, y, en el caso de Galicia, la de Galicia, al grito de España oramos por ti

Pues bien, dejando a un lado, mi opinión personal de que me parece un atentado constitucional,  en un país laico, ninguna bandera pinta nada al lado de un símbolo religioso, a los católicos que no llevamos banderas, se nos prohibió la procesión del Corpus

Naturalmente los evangélicos pueden orar por quien les pete; en sus templos, no en la calle, si unos no podemos otros tampoco, pero hay algo peor, no se invitó a la Iglesia Católica, lo que da razón a los que los llaman secta, no porque lo sean, si no porque viven  y, actúan como tales, eso y el apropiarse del nombre de cristianos


Así no se busca la Unidad, así no se consigue ni en La Parusia, eso es un acto de soberbia, pura y dura

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS OBISPOS DE UCRANIA EN VISITA "AD LIMINA APOSTOLORUM"

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS OBISPOS DE UCRANIA EN VISITA "AD LIMINA APOSTOLORUM"
Sala Clementina.
Viernes 20 de febrero de 2015
Beatitud, 
señor arzobispo, 
queridos hermanos obispos:
Os doy la bienvenida a esta casa, que también es vuestra casa. Y vosotros lo sabéis bien, porque el Sucesor de Pedro siempre ha acogido con amistad fraterna a los hermanos de Ucrania, país que, con razón, se considera tierra de confín entre los herederos de Vladimir y de Olga y los de Adalberto y de las grandes misiones carolingias, así como de las que se remiten a los santos apóstoles de los eslavos, Cirilo y Metodio. Y aun antes se registran tradiciones en el lugar, en parte documentadas, que mencionan al apóstol Andrés y a los dos Papas mártires, san Clemente y san Martín. Sed bienvenidos, queridos hermanos.
Me he informado con atención sobre vuestros problemas, que no son pocos, así como sobre vuestros programas pastorales. Encomendémoslos con confianza a la Madre de Dios y Madre nuestra, que con amor tierno vela sobre todos.
Os encontráis, como país, en una situación de grave conflicto, que se está prolongando desde hace varios meses y sigue provocando numerosas víctimas inocentes y causando grandes sufrimientos a toda la población. En este período, como os he asegurado en muchas ocasiones, directamente o a través de los cardenales enviados, estoy particularmente cercano a vosotros con mi oración por los difuntos y por todos los que son golpeados por la violencia, con la súplica al Señor para que conceda pronto la paz, y con la exhortación a todas las partes interesadas para que se apliquen las resoluciones adoptadas de común acuerdo y se respete el principio de legalidad internacional; en particular, que se observe la tregua recientemente firmada y se actúen todos los demás compromisos, que son condiciones para evitar la reanudación de las hostilidades.
Conozco las vicisitudes históricas que han marcado vuestra tierra y que todavía están presentes en la memoria colectiva. Se trata de cuestiones que en parte tienen una base política y a las que no estáis llamados a dar una respuesta directa; pero también hay realidades socioculturales y dramas humanos que esperan vuestra aportación directa y positiva.
En tales circunstancias, es importante escuchar atentamente las voces que vienen del territorio donde vive la gente encomendada a vuestro cuidado pastoral. Escuchando a vuestro pueblo, os hacéis solícitos con los valores que lo caracterizan: el encuentro, la colaboración, la capacidad de componer las controversias. En pocas palabras: la búsqueda de la paz posible. Fecundáis este patrimonio con la caridad, el amor divino que brota del corazón de Cristo. Sé bien que, a nivel local, tenéis acuerdos específicos y prácticos entre vosotros, herederos de dos legítimas tradiciones espirituales —la oriental y la latina—, así como con los demás cristianos presentes entre vosotros. Además de un deber, este es también un honor que se os debe reconocer.
A nivel nacional, sois plenamente ciudadanos de vuestro país, y por eso tenéis el derecho de exponer, incluso de manera común, vuestro pensamiento acerca de su destino. No en el sentido de promover una acción política concreta, sino en el de indicar y reafirmar los valores que constituyen el elemento unificador de la sociedad ucraniana, perseverando en la búsqueda incansable de la concordia y del bien común, incluso frente a las graves y complejas dificultades.
La Santa Sede está a vuestro lado, incluso en las instancias internacionales, para que se comprendan vuestros derechos, vuestras preocupaciones y los justos valores evangélicos que os animan. Además, está buscando el modo de ir al encuentro de las necesidades pastorales de las estructuras eclesiásticas que también deben afrontar nuevas cuestiones jurídicas.
La crisis desencadenada en vuestro país ha tenido, como es comprensible, graves repercusiones en la vida de las familias. A ello se añaden las consecuencias del erróneo sentido de libertad económica que ha permitido la formación de un reducido grupo de personas que se han enriquecido enormemente, en detrimento de la gran mayoría de los ciudadanos. Por desgracia, la presencia de tal fenómeno también ha contagiado en diversa medida a las instituciones públicas. Esto ha generado una pobreza inicua en una tierra generosa y rica.
No os canséis nunca de hacer presentes a vuestros compatriotas las consideraciones que la fe y la responsabilidad pastoral os sugieren. El sentido de justicia y verdad, antes que político, es moral, y tal incumbencia también se confía a vuestra responsabilidad como pastores. Cuanto más seáis ministros libres de la Iglesia de Cristo, tanto más, aun en vuestra pobreza, os convertiréis en defensores de las familias, de los pobres, los desempleados, los débiles, los enfermos, los ancianos pensionados, los inválidos y los desplazados.
Os animo a renovar, con la gracia de Dios, vuestro celo por el anuncio del Evangelio en la sociedad ucraniana, y a apoyaros en esto unos con otros mediante una colaboración concreta. Tened siempre la mirada de Cristo, que veía la abundancia de la mies y pedía rogar al Señor para que enviara obreros a ella (cf. Mt 9, 37-38). Esto significa rezar y trabajar por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y, al mismo tiempo, significa cuidar atentamente la formación del clero, de los religiosos y las religiosas, al servicio de un conocimiento más profundo y orgánico de la fe en el seno del pueblo de Dios.
Quiero dedicaros, además, una ulterior reflexión acerca de las relaciones entre vosotros, hermanos en el episcopado. Conozco las complejas vicisitudes históricas que pesan en las relaciones mutuas, así como algunos aspectos de carácter personal.
Pero es indiscutible el hecho de que ambos episcopados son católicos y son ucranianos, aun en la diversidad de ritos y tradiciones. A mí personalmente me hace mal oír que existan incomprensiones y heridas. Hay necesidad de un médico, y este es Jesucristo, al que ambos servís con generosidad y de todo corazón. Sois un cuerpo único y, como os dijeron en el pasado san Juan Pablo II y Benedicto XVI, os exhorto también yo a encontrar entre vosotros la manera de acogeros unos a otros y sosteneros generosamente en vuestros esfuerzos apostólicos.
La unidad del episcopado, además de dar un buen testimonio al pueblo de Dios, presta un inestimable servicio a la nación, tanto en el plano cultural y social como, sobre todo, en el espiritual. Estáis unidos en los valores fundamentales y tenéis en común los tesoros más preciosos: la fe y el pueblo de Dios. Por eso, considero de suma importancia las reuniones comunes de los obispos de todas las Iglesias sui iuris presentes en Ucrania. Sed siempre generosos al hablaros entre hermanos.
Sea como greco-católicos, sea como latinos, sois hijos de la Iglesia católica, que también en vuestra tierra sufrió el martirio durante un largo período. Que la sangre de vuestros testigos, que interceden por vosotros desde el cielo, sea un ulterior motivo que os impulse a la comunión verdadera de los corazones. Unid vuestras fuerzas y sosteneos recíprocamente, haciendo de las vicisitudes históricas un motivo de participación y de unidad. Bien arraigados en la comunión católica, también podréis llevar adelante con fe y paciencia el compromiso ecuménico, para que aumenten la unidad y la cooperación entre todos los cristianos.
Estoy seguro de que vuestras decisiones, de acuerdo con el Sucesor de Pedro, responderán a las expectativas de todo vuestro pueblo. Os invito a todos a apacentar las comunidades confiadas a vosotros, asegurando lo más posible vuestra presencia y vuestra cercanía a los sacerdotes y a los fieles.
Deseo que tengáis relaciones respetuosas y proficuas con las autoridades públicas.
Os exhorto a ser atentos y solícitos con los pobres: son vuestra riqueza. Sois pastores de un rebaño que os ha confiado Cristo; sed siempre muy conscientes de ello, incluso en vuestros organismos internos de autogobierno. Se han de considerar siempre instrumentos de comunión y profecía. En este sentido, deseo que vuestras intenciones y vuestras acciones se orienten siempre al bien general de las Iglesias que se os han confiado. Que os guíe en esto, como ha sido siempre, el amor a vuestras comunidades, con el mismo espíritu que sostuvo a los Apóstoles, de quienes sois sucesores legítimos.
Que os sostenga en vuestra obra el recuerdo y la intercesión de los numerosos mártires y santos que la gracia del Señor Jesús suscitó entre vosotros. Que la protección maternal de la bienaventurada Virgen os fortalezca en vuestro camino al encuentro de Cristo que viene, reforzando vuestros propósitos de comunión y colaboración. Y, mientras os pido que recéis por mí, con afecto os imparto una especial bendición apostólica a vosotros, a vuestras comunidades y a la querida población de Ucrania.

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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
PARA LA JORNADA DE LA AMISTAD COPTO-CATÓLICA
[10 DE MAYO DE 2016]

CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
PARA LA JORNADA DE LA AMISTAD COPTO-CATÓLICA[10 DE MAYO DE 2016]
 A Su Santidad Tawadros II 
Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede de san Marcos
Recordando con gusto el tercer aniversario de nuestro encuentro fraterno en Roma el 10 de mayo de 2013, le envío, Santidad, mis más cordiales y buenos deseos de paz y salud, y expreso mi gozo por los vínculos espirituales cada vez más profundos que unen la Sede de Pedro y la Sede de Marcos.
Con gratitud al Señor Nuestro Dios recuerdo los pasos que hemos realizado juntos en el camino de la reconciliación y de la amistad. Después de siglos de silencio, malentendidos y hasta hostilidad, católicos y coptos se están reuniendo cada vez más frecuentemente, dialogando y cooperando en la proclamación del Evangelio y en el servicio a la humanidad. En este renovado espíritu de amistad, el Señor nos ayuda a ver el vínculo que nos une desde la misma llamada y misión que hemos recibido del Padre el día de nuestro bautismo. De hecho, es a través del Bautismo que llegamos a ser miembros del único Cuerpo de Cristo que es la Iglesia (cf. 1 Cor 12, 13), el pueblo de Dios, que proclama sus alabanzas (cf. 1 Pe 2, 9). Que el Espíritu Santo, motivo y portador de todos los dones, nos una cada vez más en el vínculo del amor cristiano y nos guíe en nuestro peregrinar común, en la verdad y la caridad, hacia la plena comunión.

Deseo también expresarle, Santidad, mi profundo aprecio por la generosa hospitalidad ofrecida durante el XIII encuentro de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales, que se llevó a cabo en El Cairo con la invitación del patriarcado de la Sede de San Marcos. Le agradezco por haber recibido a los miembros de la Comisión mixta en el monasterio de San Bishoy en Wadi Natrum, y estoy seguro que compartimos la ardiente esperanza de que este importante diálogo pueda continuar para seguir dando abundantes frutos.
Aun estando todavía en camino hacia el día en el que nos reuniremos como una cosa sola en la misma mesa eucarística, podemos ya desde ahora hacer visible la comunión que nos une.
Coptos y católicos pueden dar testimonio juntos de los valores importantes como la sacralidad y la dignidad de toda vida humana, la santidad del matrimonio y de la vida familiar, el respeto de la creación que Dios nos ha confiado.

Ante tantos desafíos contemporáneos, coptos y católicos están llamados a dar una respuesta común fundada en el Evangelio. Mientras continuamos con nuestro peregrinar terreno, si aprenderemos a sobrellevar las cargas mutuamente, y a intercambiar el rico patrimonio de nuestras respectivas tradiciones, veremos con mayor claridad que lo que nos une es más grande de lo que nos divide.
Santidad, cada día mis pensamientos y oraciones están con las comunidades cristianas de Egipto y Oriente Medio, muchas de las cuales están viviendo grandes dificultades y situaciones trágicas. Soy muy consciente de vuestra seria preocupación por la situación en Oriente Medio, especialmente en Irak y Siria, donde nuestros hermanos y hermanas cristianos y de otras comunidades deben afrontar pruebas cotidianas.

Que Dios, Nuestro Padre, conceda paz y consolación a todos los que sufren, e inspire a la comunidad internacional para responder de modo sabio y justo a esta inaudita violencia.

En esta ocasión, que justamente ya es conocida como la Jornada de la amistad copto-católica, de buen grado intercambio con usted, Santidad, un abrazo fraterno de paz en Cristo el Señor Resucitado.
Vaticano, 10 de mayo de 2016
Francisco

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