Espiritualidad para un mundo en crisis
La fe transforma, humaniza y salva
1. Creemos en Dios Uno y Trino: en el Padre, creador del mundo; en el Hijo, salvador; y en el Espíritu Santo, vivificador y santificador. Dios es Amor, es decir, comunión, relación y transformación.
2. Nuestra espiritualidad acepta la trascendencia
de Dios y también su inmanencia en el mundo, en la historia y en el ser humano.
3. Nuestra fe en Dios Creador presupone y afirma
la unidad de la naturaleza y de todo el género humano. Dios ama todo lo que ha
salido de sus manos, la creación entera. De ahí nuestra visión ecuménica.
4. Jesucristo, Dios y hombre verdadero, es
nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Creemos que en Jesús de Nazaret,
Dios se ha humanizado, haciendo así posible la humanización y la divinización
del hombre, por la fuerza del Espíritu.
5. A pesar de los enormes avances científicos y
tecnológicos actuales, parece que la sociedad ha iniciado un camino
deshumanizador. La soberbia, el individualismo, el egoísmo y la ignorancia
fomentan normas de conducta destructivas, contrarias al bien común.
6. Vivimos en un mundo globalizado e
interdependiente que obliga a revisar ciertos comportamientos egoístas ante la
economía del mercado y nuestro modo de actuar con la naturaleza. Estamos en un
estado de emergencia ecológica y económica auténtica mente suicida.
7. Afirmamos que la persona humana es centro y
punto de convergencia del interés cristiano. Dios afirma, no rechaza nunca lo
verdaderamente humano.
8. Por ello, nuestro ideal de conducta no puede
ser buscar el máximo provecho económico, sino la justicia y la solidaridad, que
traducen de modo inteligible y concreto la exigencia evangélica del amor al prójimo
y hacen posible la vida.
9. Consideramos, además, que la amistad y la
colaboración ecuménica entre las diversas Iglesias y Confesiones Cristianas es
urgente e imprescindible, frente a todos los procesos de deshumanización que
vemos desarrollarse ante nuestros propios ojos.
10. La presencia del Amor y la Misericordia de
Dios en la realidad dramática del mundo, fundamenta y exige una espiritualidad
ecuménica y de servicio, respetuosa con la naturaleza y solidaria con la entera
humanidad.
Amar es respetar y servir. La fe y la
espiritualidad cristiana transforman, humanizan y salvan.
El Espinar. Julio 2016
Fuente revista Eclesia digital
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