viernes, 19 de febrero de 2016

Cómo se ve en la Iglesia católica a los otros cristianos, y, como los veo yo como cristiana católica

¿Cómo veo a los cristianos de otras iglesias, y, como los ven los otros?

No sé cómo los ven los demás, se cómo los veo yo, como me enseñaron a verlos desde pequeña, como hermanos, no separados, hermanos; hermano separado es para mí el católico terrorista, o, abortista, no el buen evangélico, luterano, metodista, anglicano, ortodoxo

Los veo como hermanos con los que comparto la Fe en Jesús Hijo de Dios, y Dios con el Padre, y, El Espíritu Santo, hecho Hombre en el en útero de María, por obra del Espíritu Santo, muerto en La Cruz, por nuestros pecados, y, resucitado según las Escrituras,  exaltado a la derecha de Dios
Con ellos comparto la Biblia, palabra de Dios, pero escritura humanas, y, con algunos de ellos La Fe en La Eucaristía, el Amor a María, sin la que el Hombre Jesús no existiría; La Tradición, palabra de Dios, transmitida oralmente, sin la cual, no habría la escrita

Sé que muchos de ellos, no todos gracias a Dios nos ven, mal, nos odian,  porque no, nos conocen y juzgan por libre

Yo como católica si los amo, he aprendido mucho de ellos, son ejemplares en muchas cosas, en otras no, como todos, que perfecto sólo Dios

Por eso, soy ecumenista, y, por eso le pido a Dios que cuando quiera, y, en la forma que quiera, no por nosotros por su Hijo, que fue el primero que se lo pidió nos una, en la única Iglesia, la de su Hijo, la que nació en Pentecostés, la que como católica creo subsiste en la Iglesia de Roma; pero en la que también sé, se han pegado al navegar por la historia, muchas algas, piedrecitas,  habrán de ser sacadas, para mi el timonel de esta barca, es Francisco, con él, si es voluntad de Dios, sería hermoso llegar a la plenitud de la Unidad, pero no creo suceda, pienso Dios lo reserva para la Parusía, mientras, si aquí aprendemos a amarnos, a respetarnos,  Dios habrá hecho mucho, nosotros nada, sólo somos sus instrumentos, los siervos inútiles del Evangelio






miércoles, 17 de febrero de 2016

DECLARACIÓN PAPA FRANCISCO Y PATRIARCA CIRILO DE RUSIA

Declaración conjunta del Papa Francisco y del Patriarca Kiril de Moscú y Toda Rusia
“Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo estén con todos vosotros” (2 Corintios 13,13).

1. Por la voluntad de Dios Padre, de quien procede todo don, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, con la ayuda del Espíritu Santo Consolador, nosotros, Francisco, Papa y Obispo de Roma, y Kiril, Patriarca de Moscú y Toda Rusia, reunimos hoy en La Habana. Damos gracias a Dios, glorificado en la Santísima Trinidad, por este encuentro, el primero en la historia.
Con alegría, nos reunimos como hermanos en la fe cristiana que se encontraron para “hablar… personalmente” (2 Juan, 12), de corazón a corazón, y discutir las relaciones mutuas entre las Iglesias, los problemas palpitantes de nuestro rebaño y las perspectivas del desarrollo de la civilización humana.

2. Nuestro encuentro fraterno se llevó a cabo en Cuba, en la encrucijada entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste. Desde esta isla, un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo y de los dramáticos acontecimientos de la historia del siglo XX, dirigimos nuestras palabras a todas las naciones de América Latina y de otros continentes.
Nos alegra el hecho de que hoy en día aquí la fe cristiana evoluciona dinámicamente. El potencial religioso de gran alcance en América Latina, sus tradiciones cristianas multiseculares, manifestadas en la experiencia personal de millones de personas, son clave para un gran futuro de esta región.

3. Al reunirnos a distancia de las antiguas disputas del Viejo Mundo, sentimos muy fuertemente la necesidad de colaboración entre los católicos y los ortodoxos, que deben estar siempre preparados para responder a cualquiera que les pida razón de la esperanza (1 Pedro 3, 15).

4. Damos gracias a Dios por los dones que hemos recibido a través de la venida al mundo de su Hijo Unigénito. Compartimos la Tradición espiritual común del primer milenio del cristianismo. Los testigos de esta Tradición son la Santísima Madre de Dios, la Virgen María, y los santos a quienes veneramos. Entre ellos están innumerables mártires que mostraron su fidelidad a Cristo y se convirtieron en “la semilla de cristianos”.

5. A pesar de tener la Tradición común de diez primeros siglos, los católicos y los ortodoxos, durante casi mil años, están privados de comunicación en la Eucaristía. Permanecimos divididos dado a las heridas causadas por los conflictos del pasado lejano y reciente, por las diferencias heredadas de nuestros antepasados, en la comprensión y la explicación de nuestra fe en Dios, un ser único que existe como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Lamentamos la pérdida de la unidad, que era una consecuencia de la debilidad y la pecaminosidad humana, que se produjo a despecho de la oración del Primer Sacerdote, Cristo Salvador: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17, 21).

6. Conscientes de muchos obstáculos que hay que superar, esperamos que nuestro encuentro contribuya a la obtención de la unidad mandada por Dios, por la que Cristo había rezado. Que nuestro encuentro inspire a los cristianos de todo el mundo para invocar con el nuevo fervor al Señor, orando sobre la plena unidad de todos sus discípulos. Que ésta, en el mundo que espera de nosotros no sólo palabras, sino acciones, sea un signo de esperanza para todas las personas de buena voluntad.

7. Teniendo firmeza en hacer todo lo necesario para superar las diferencias históricas heredadas por nosotros, queremos reunir nuestros esfuerzos a fin de dar testimonio del Evangelio de Cristo y del patrimonio común de la Iglesia del primer milenio, respondiendo conjuntamente a los desafíos del mundo moderno. Los ortodoxos y los católicos deben aprender a llevar el testimonio común de la verdad en aquellas áreas, en las que es posible y necesario. La civilización humana ha entrado en un período de cambios epocales. La conciencia cristiana y la responsabilidad pastoral no nos permiten que permanezcamos indiferentes ante los desafíos que requieren una respuesta conjunta.

8. Nuestra atención está dirigida principalmente hacia aquellas regiones del mundo donde los cristianos están sometidos a persecución. En muchos países de Oriente Medio y África del Norte, se exterminan familias completas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, pueblos y ciudades enteros habitados por ellos. Sus templos están sometidos a la destrucción bárbara y a los saqueos, los santuarios – a la profanación, los monumentos – a la demolición. En Siria, Irak y otros países de Oriente Medio observamos con dolor el éxodo masivo de cristianos de la tierra donde nuestra fe comenzó a extenderse, y donde ellos vivían a partir de los tiempos apostólicos, junto con otras comunidades religiosas.

9. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a tomar medidas inmediatas para evitar un mayor desplazamiento de los cristianos de Oriente Medio. Levantando nuestras voces en defensa de los cristianos perseguidos, también solidarizamos con sufrimientos de seguidores de otras tradiciones religiosas, que se han convertido en víctimas de la guerra civil, el caos y la violencia terrorista.

10. En Siria e Irak esta violencia ha cobrado miles de vidas, dejando sin hogares y medios de vida a unos millones de personas. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a unirse para poner fin a la violencia y al terrorismo y al mismo tiempo, a través del diálogo, a contribuir a la pronta obtención de la paz civil. Se requiere una ayuda humanitaria de gran escala para el pueblo que sufre, y para muchos refugiados en los países vecinos.
Solicitamos a todos los que pueden, influir en el destino de todos los secuestrados, incluyendo a los Metropolitas de Alepo, Pablo y Juan Ibrahim, capturados en abril de 2013, para hacer todo lo necesario a fin de su pronta liberación.

11. Enviamos oraciones a Cristo, Salvador del mundo, sobre el establecimiento en suelo de Oriente Medio de la paz, que es producto de la justicia (Isaías 32, 17), sobre el fortalecimiento de la convivencia fraterna entre diversos pueblos, Iglesias y religiones situados en esta tierra, sobre el regreso de los refugiados a sus casas, sobre la curación de los heridos y el reposo de almas de las víctimas inocentes.
Dirigimos a todas las partes que puedan estar involucradas en los conflictos, un ferviente llamamiento para manifestar buena voluntad y llegar a la mesa de negociación. Al mismo tiempo, es necesario que la comunidad internacional haga todos los esfuerzos posibles para poner fin al terrorismo mediante acciones comunes, conjuntas y sincronizadas. Hacemos un llamamiento a todos los países involucrados en la lucha contra el terrorismo, a las acciones responsables y prudentes. Hacemos un llamado a todos los cristianos y a todos los creyentes en Dios para rezar al Señor Creador y Providente que cuida el mundo, que guarde su creación de la destrucción y no permita una nueva guerra mundial. Para que la paz sea duradera y fiable, se requieren esfuerzos especiales destinadas al regreso a los valores comunes, que nos unen, basados en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

12. Admiramos la valentía de aquellos que entregan sus vidas por haber dado testimonio de la verdad del Evangelio, prefiriendo la muerte ante la abjuración de Cristo. Creemos que los mártires de nuestros tiempos, procedentes de diferentes Iglesias, pero unidos por un sufrimiento común, son la clave para la unidad de los cristianos. A vosotros, los que sufren por Cristo, dirige su palabra el Apóstol del Señor: “Queridos hermanos,… alegraos de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también os llenéis de alegría cuando su gloria se manifieste” (1 Pedro 4, 12-13).

13. En esta época turbadora se necesita el diálogo interreligioso. Las diferencias en comprensión de las verdades religiosas no deben impedir que las personas de diversas religiones vivan en paz y armonía. En las circunstancias actuales, los líderes religiosos tienen una responsabilidad especial por la educación de su rebaño en el espíritu de respeto por las creencias de aquellos que pertenecen a otras tradiciones religiosas. Los intentos de justificar actos criminales por consignas religiosas son absolutamente inaceptables. Ningún crimen puede ser cometido en el nombre de Dios, “porque Dios es Dios de paz y no de confusión” (1 Corintios 14, 33).

14. Atestiguando el alto valor de la libertad religiosa, damos gracias a Dios por el renacimiento sin precedentes de la fe cristiana que ahora se lleva a cabo en Rusia y muchos países de Europa del Este, donde por décadas han gobernado regímenes ateos. Hoy en día, las cadenas del ateísmo militante cayeron, y en muchos lugares los cristianos son libres de profesar su fe. Durante un cuarto de siglo, aquí se erigieron decenas de miles de nuevos templos, se abrieron cientos de monasterios y escuelas teológicas. Las comunidades cristianas realizan amplias actividades caritativas y sociales, prestando diversa asistencia a los necesitados. Los ortodoxos y los católicos a menudo trabajan hombro con hombro. Ellos defienden la base espiritual común de la sociedad humana, dando testimonio de los valores evangélicos.

15. Al mismo tiempo, nos preocupa la situación que tiene lugar en tantos países, donde los cristianos enfrentan cada vez más la restricción de la libertad religiosa y del derecho a dar testimonio sobre sus creencias y a vivir de acuerdo con ellas. En particular, vemos que la transformación de algunos países en las sociedades secularizadas, ajenas de cualquier memoria de Dios y su verdad, implica una grave amenaza para la libertad religiosa. Estamos preocupados por la limitación de los derechos de los cristianos, por no hablar de la discriminación contra ellos, cuando algunas fuerzas políticas, guiadas por la ideología del secularismo que en numerosos casos se vuelve agresivo, tienden a empujarles a los márgenes de la vida pública.

16. El proceso de la integración europea, que comenzó después de siglos de conflictos sangrientos, fue acogido por muchas personas con esperanza, como prenda de paz y seguridad. Al mismo tiempo, advertimos en contra de aquella clase de integración que no respeta la identidad religiosa. Respetamos la contribución de otras religiones a nuestra civilización, pero estamos convencidos de que Europa debe mantener la fidelidad a sus raíces cristianos. Hacemos un llamamiento a los cristianos en Europa Occidental y Europa Oriental a unirse a fin de dar testimonio conjunto sobre Cristo y el Evangelio, para que Europa mantenga su alma formada por dos mil años de la tradición cristiana.

17. Nuestra atención está destinada a las personas que se encuentran en una situación desesperada, viven en la pobreza extrema en el momento en que la riqueza de la humanidad está creciendo. No podemos permanecer indiferentes al destino de millones de migrantes y refugiados que tocan a las puertas de los países ricos. El consumo incontrolado, típico para algunos estados más desarrollados, agota rápidamente los recursos de nuestro planeta. La creciente desigualdad en la distribución de bienes terrenales, aumenta el sentido de la injusticia del sistema de las relaciones internacionales que se está implantando.

18. Las Iglesias cristianas están llamadas a defender exigencias de la justicia, del respeto a las tradiciones nacionales y de la solidaridad efectiva con todos los que sufren. Nosotros, los cristianos, no debemos olvidar que “para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios” (1 Corintios 1, 27-29).

19. La familia es el centro natural de la vida de un ser humano y de la sociedad. Estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países. Los ortodoxos y los católicos, compartiendo la misma visión de la familia, están llamados a testificar acerca de la familia como de un camino hacia la santidad, que se manifiesta en la fidelidad mutua de los cónyuges, su disponibilidad para dar a luz a los niños y formarles, en la solidaridad entre las generaciones y el respeto hacia los enfermizos.

20. La familia es fundada sobre el matrimonio que es un acto libre y fiel de amor entre un hombre y una mujer. El amor fortalece su unión, les enseña a aceptar uno a otros como a un don. El matrimonio es la escuela del amor y de la fidelidad. Lamentamos que otras formas de convivencia se equiparan ahora con esta unión, y la visión de la paternidad y la maternidad como de especial vocación del hombre y de la mujer en el matrimonio, santificada por la tradición bíblica, se expulsa de la conciencia pública.

21. Hacemos un llamamiento a todos para respetar el derecho inalienable a la vida. Unos millones de bebés están privados de la propia posibilidad de aparecer a la luz. La sangre de los niños no nacidos pide a gritos a Dios que haga justicia. (Génesis 4, 10).
La divulgación de la así llamada eutanasia conduce al hecho de que los ancianos y enfermos comienzan a sentirse carga excesiva para su familia y la sociedad en conjunto.
Expresamos nuestra preocupación por el uso cada vez más extendido de las tecnologías biomédicas de reproducción, porque la manipulación de la vida humana es un ataque contra los fundamentos del ser de la persona creada a imagen de Dios. Consideramos que nuestro deber es hacer acordarse sobre la inmutabilidad de los principios morales cristianos, basados en el respeto por la dignidad de la persona que está destinada a la vida de acuerdo con el plan de su Creador.

22. Queremos hoy dirigir unas palabras especiales a la juventud cristiana. Vosotros, los jóvenes, no debéis esconder dinero en la tierra (Mateo 25, 25), sino usar todas las dotes dadas por Dios, para afirmar la verdad de Cristo en el mundo, realizar los mandamientos evangélicos del amor a Dios y al prójimo. No tengáis miedo de ir contra la corriente, defendiendo la verdad de Dios, con la que no siempre se ajustan las normas seculares modernas.

23. Dios os ama y espera de cada uno de vosotros que seáis sus discípulos y apóstoles. Sed la luz de este mundo, para que otros, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo (Mateo 5, 14-16). Educad a los niños en la fe cristiana para entregarles la perla preciosa de la fe (Mateo 13, 46) que recibisteis de vuestros padres y antepasados. No olvidéis que “Dios os ha comprado por un precio” (1 Corintios 6, 20), el precio de la muerte en la cruz de Dios Hombre, Jesucristo.

24. Los ortodoxos y los católicos están unidos no sólo por la Tradición común de la Iglesia del primer milenio, sino también por la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo contemporáneo. Esta misión requiere respeto mutuo entre los miembros de las comunidades cristianas, excluye cualquier forma del proselitismo.
No somos competidores, sino hermanos: debemos arrancar de este concepto ejecutando todas actividades relacionadas con nuestros lazos y contactos con el mundo exterior. Instamos a los católicos y a los ortodoxos de todo el mundo para aprender a vivir juntos en paz, amor y armonía unos con otros (Romanos 15, 5). Es inaceptable el uso de medios incorrectos para obligar a los fieles a pasar de una Iglesia a otra, dejando de lado su libertad religiosa y sus propias tradiciones. Estamos llamados a poner en práctica el mandamiento de San Pablo Apóstol y “anunciar el evangelio donde nunca antes se había oído hablar de Cristo, para no construir sobre cimientos puestos por otros” (Romanos 15, 20).

25. Esperamos que nuestro encuentro contribuya a la reconciliación donde hay tensiones entre los greco-católicos y los ortodoxos. Hoy en día es obvio que el método de “la unión” de los siglos pasados que implica la unidad de una comunidad con la otra a costa de la separación de su Iglesia, no es la manera de restaurar la unidad. Al mismo tiempo, las comunidades eclesiásticas que han aparecido como resultado de circunstancias históricas tienen derecho a existir y hacer todo lo necesario para satisfacer menesteres espirituales de sus fieles, buscando la paz con sus vecinos. Los ortodoxos y los greco-católicos necesitan la reconciliación y la búsqueda de formas de convivencia mutuamente aceptables.

26. Lamentamos el enfrentamiento en Ucrania que ya cobró muchas vidas, causó sufrimientos innumerables a los civiles, hundió la sociedad en una profunda crisis económica y humanitaria. Hacemos un llamamiento a todas las partes del conflicto a tener prudencia, mostrar la solidaridad social y trabajar activamente para el establecimiento de la paz. Instamos a nuestras Iglesias en Ucrania a trabajar para lograr la armonía social, abstenerse de participar en la confrontación y de apoyar el desarrollo del conflicto.

27. Esperamos que la división entre los creyentes ortodoxos en Ucrania sea vencida sobre la base de las normas canónicas existentes, que todos los cristianos ortodoxos de Ucrania vivan en paz y armonía, y que las comunidades católicas del país contribuyan a ello, para que nuestra hermandad cristiana sea aún más evidente.

28. En el mundo de hoy, multifacético y al mismo tiempo unido por el destino común, los católicos y los ortodoxos están llamados a colaborar fraternamente para anunciar el Evangelio de la salvación, dar testimonio común de la dignidad moral y la auténtica libertad humana, “para que el mundo crea” (Juan 17, 21). Este mundo, en el que se están socavando rápidamente los fundamentos morales de la existencia humana, espera de nosotros el fuerte testimonio cristiano en todos los ámbitos de la vida personal y social. ¿Podremos en la época crucial dar testimonio conjunto del Espíritu de la verdad? De esto depende, en gran medida, el futuro de la humanidad.

29. Que Jesucristo, Dios Hombre, Nuestro Señor y Salvador, nos ayude en el anuncio valiente de la verdad de Dios y de la Buena Noticia de salvación. El Señor nos fortalece espiritualmente con su promesa infalible: “No tengáis miedo, pequeño rebaño, que el Padre, en su bondad, ha decidido daros el reino” (Lucas 12, 32).
Cristo es una fuente de alegría y de esperanza. La fe en él transfigura la vida del ser humano, la llena de significado. Lo han vivido por su propia experiencia todos aquellos de los que se puede decir con las palabras de San Pedro Apóstol: “Antes, ni siquiera erais pueblo, pero ahora sois pueblo de Dios; antes Dios no os tenía compasión, pero ahora tiene compasión de vosotros” (1 Pedro 2, 10).

30. Llenos de gratitud por el don de comprensión mutua que se manifestó en nuestra reunión, nos dirigimos con esperanza a la Santísima Madre de Dios, haciendo solicitud con las palabras de la antigua oración: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios”. Que la Santísima Virgen María con su amparo fortalezca la hermandad de todos que la veneran, para que ellos, en un momento determinado por Dios, se junten, en paz y concordia, en el único pueblo de Dios, ¡sea glorificado el nombre de la Trinidad Consustancial e Inseparable!

Francisco, Obispo de Roma, Papa de la Iglesia Católica

Kiril, Patriarca de Moscú y Toda Rusia

LOS DONES Y LA LLAMADA DE DIOS SON IRREVOCABLES, RELACIONES RELIGIOSAS CON EL JUDAISMO

Presentación del documento “Los dones y la llamada de Dios son irrevocables'”, de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo
Ciudad del Vaticano, 10 de diciembre 2015 (VIS).-

“Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Una reflexión sobre cuestiones teológicas en torno a las relaciones entre católicos y judíos en el 50° aniversario de “Nostra Aetate” (num. 4)” es el título del documento publicado por la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, que se ha presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Han participado en el acto el cardenal Kurt Koch, Presidente de ese dicasterio, el rabino David Rosen del American Jewish Committee Jerusalén, Israel; el profesor y teólogo judío Edward Kessler, Founder Director of the Woolf Institute, Cambridge (Reino Unido) y el P. Norbert Hoffmann. SDB, Secretario de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaismo.

En su intervención el cardenal Koch recordó que el 28 de octubre de este año, según el deseo del Papa Francisco, se organizó una audiencia general especial con motivo de la promulgación ese mismo día, hace cincuenta años, de la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano, en la que participaron representantes de diversas religiones en señal de que aquel documento representó una piedra angular en el cambio de actitud de la Iglesia Católica hacia los otros credos. De ahí que la Comisión que el purpurado preside haya elegido este año para presentar un nuevo documento que retoma los principios teológicos de Nostra Aetate, ampliándolos y profundizando en los puntos que interesan a las relaciones entre la Iglesia católica y el Judaísmo.

“Se trata-dijo- de un documento explícitamente teológico que pretende retomar y aclarar las cuestiones afrontadas en las últimas décadas en el diálogo católico-judío. Nunca antes nuestra Comisión había presentado un documento de signo teológico en sentido estricto: los tres documentos precedentes “Orientaciones y sugerencias para la Aplicación de la Declaración Conciliar Nostra Aetate (n.4)”, (1974), “Sobre una correcta presentación de los judíos y el judaísmo en la predicación y la catequesis de la Iglesia Católica” (1985) y “Nosotros recordamos : una reflexión sobre la Shoah” (1998), se referían sobre todo a temas concretos, útiles para el diálogo con el judaísmo desde un punto de vista práctico”.
El nuevo documento -del que ofrecemos sea una breve síntesis, que el link al contenido completo- quiere destacar que el diálogo con el judaísmo, después de cincuenta años, se asienta ahora sobre un terreno sólido, porque en este arco de tiempo se han obtenido muchos resultados. “Estamos muy agradecidos por todos los esfuerzos llevados a cabo tanto por parte judía como por parte católica para la promoción de nuestro diálogo -concluyó el cardenal- Pero también es muy importante recordar, como evidencia el documento, que sobre todo desde el punto de vista teológico, estamos solo ante un nuevo principio: quedan muchas cuestiones abiertas que requieren ulteriores estudios”.
Por su parte el rabino Rosen subrayó que el nuevo documento revela no sólo los avances en las directrices propuestas por Nostra Aetate de apreciar y respetar la autocomprensión judía sino también un profundo reconocimiento del lugar de la Torá en la vida del pueblo judío y, de acuerdo con el trabajo de la Pontificia Comisión Bíblica, un reconocimiento de la integridad de la lectura judía de la Biblia que es diferente de la cristiana. “De hecho -señaló- el mismo hecho de que el documento también cita extensamente fuentes rabínicas judías es un testimonio más de este aspecto”.

El rabino mencionó también, que como el cardenal Koch y el Padre Hofmann ya habían dicho el documento es un documento católico que refleja la teología católica, y en ese sentido recordó que para la comprensión del pueblo judío era necesario apreciar también la importancia que la Tierra de Israel desempeña en su vida religiosa histórica y contemporánea.

“Efectivamente, incluso en términos del estudio histórico de los hitos a lo largo de este extraordinario viaje desde Nostra Aetate -afirmó- el establecimiento de relaciones bilaterales plenas entre el Estado de Israel y la Santa Sede (muy deseadas y promovidas por san Juan Pablo II) fue uno de ellos. Por otra parte, el preámbulo y el artículo primero del Acuerdo Fundamental entre las dos partes, reconoce precisamente este significado. Sin “ Nostra Aetate, el establecimiento de estas relaciones seguramente no habría sido posible. El Acuerdo Fundamental no sólo allanó el camino a las históricas peregrinaciones papales a Tierra Santa y por lo tanto a la creación de la comisión bilateral con el Gran Rabinato de Israel, sino que podría decirse que refleja ante todo el hecho de que la Iglesia Católica repudió verdaderamente su representación del pueblo judío como vagabundos condenados a no tener hogar hasta el final de los tiempos”.


“La referencia a la paz en Tierra Santa en lo pertinente a la relación entre católicos y judíos también es importante -observó- Los pueblos viven allí en la alienación mutua y el descontento, y creo que la Iglesia católica puede desempeñar un papel importante en la reconstrucción de la confianza, como por ejemplo hizo el Papa Francisco con su iniciativa de oración por la paz. Permítanme expresar la esperanza de que pronto habrá nuevas iniciativas que permitan a la religión ser una fuente de curación en lugar de conflictos y de asegurar que éstas se coordinen con los que tienen la autoridad política para allanar el camino para que la tierra y la ciudad de la paz obedezcan a su nombre”.

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Breve síntesis de “Los dones y la llamada de Dios son irrevocables”


Ciudad del Vaticano, 10 de diciembre de 2015 (Vis).-La Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaismo publica hoy el documento “Los dones y la llamada de Dios son irrrevocables”. Una reflexión sobre cuestiones teológicas en torno a las relaciones entre católicos y judíos en el aniversario de Nostra Aetate num. 4”. El texto consta de una prefación y siete capítulos titulados: Breve historia sobre el impacto de "Nostra Aetate" (Nº.4) en los últimos 50 años; El estatuto teológico especial del diálogo Judío-Católico; La revelación en la historia como ?Palabra de Dios? en el Judaísmo y en el Cristianismo;La relación entre Antiguo y Nuevo Testamento, Antigua y Nueva Alianza; La universalidad de la salvación en Jesucristo y la Alianza irrevocable de Dios con Israel: El mandato de la Iglesia de evangelizar en relación al Judaísmo; Las metas del diálogo con el Judaísmo.
“Hace cincuenta -dice la prefación- años fue promulgada la Declaración " Nostra Aetate " del Concilio Vaticano II.


Su artículo cuarto presenta la relación entre la Iglesia Católica y el Pueblo Judío en un nuevo marco teológico. Las siguientes reflexiones intentan repasar con gratitud todos los logros alcanzados durante las últimas décadas en las relaciones Judío-Católicas, y ofrecer un nuevo estímulo para el futuro. Destacando una vez más la naturaleza especial de esta relación, dentro del ámbito más amplio del diálogo interreligioso, serán ulteriormente examinadas cuestiones teológicas tales como la importancia de la revelación, la relación entre la Antigua y Nueva Alianza, la relación entre la universalidad de la salvación en Jesucristo y la perennidad de la Alianza de Dios con Israel, y el mandato de la Iglesia de evangelizar en relación con el Judaísmo. Este documento presenta algunas reflexiones católicas sobre estas cuestiones, colocándolas en su contexto teológico, para que los miembros de ambas tradiciones religiosas puedan profundizar su significado. El texto no constituye un documento magisterial o una enseñanza doctrinal de la Iglesia Católica, sino sólo una reflexión, preparada por la Comisión para las Relaciones Religiosas con los Judíos, sobre temas teológicos actuales, desarrollados a partir del Concilio Vaticano II, que pretende ser un punto de partida para un ulterior pensamiento teológico, en vistas a enriquecer e intensificar la dimensión teológica del diálogo Judío-Católico”.

En el primer capítulo se recuerda que durante los últimos cincuenta años, ha habido grandes avances en el diálogo, por lo que, desde una coexistencia separada se ha llegado a una amistad profunda. La declaración conciliar " Nostra Aetate " (n. 4) ha definido claramente, por primera vez, la posición teológica de la Iglesia Católica hacia el judaísmo; el documento tuvo un fuerte impacto en varios niveles.

Por cuanto respecta al diálogo con el judaismo, en el segundo capítulo se afirma, que no puede compararse absolutamente al diálogo con otras religiones a causa de las raíces judías del cristianismo. Jesús sólo puede entenderse en el contexto judío de su tiempo, a pesar de que, como el Mesías de Israel e Hijo de Dios, trasciende el horizonte histórico.

Dios se revela en su Palabra, se comunica a la humanidad. Para los judíos, esta palabra está presente en la Torá. Para los cristianos, la Palabra de Dios se encarnó en Jesucristo. Sin embargo, la Palabra de Dios es indivisible y requiere una respuesta por parte de los hombres que les permite vivirla en una relación correcta con Dios, dice el tercer apartado.
Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento hay una unidad indisoluble, a pesar de que los dos Testamentos son interpretados de manera diferente por judíos y cristianos sobre la base de sus diferentes tradiciones religiosas. Para los cristianos ? se lee en el cuarto capítulo- el Antiguo Testamento es entendido e interpretado a la luz del Nuevo Testamento. La Antigua y la Nueva Alianza forman parte de una sola y única historia de la alianza entre Dios y su pueblo, si bien la Nueva Alianza deba considerarse como el cumplimiento de las promesas de la Antigua.

El quinto capítulo subraya que a través de Jesucristo, con su muerte y su resurrección-, todas las personas toman parte en la salvación, todos son salvos. Aunque los judíos no puedan creer en Jesucristo como redentor universal, tienen parte en la salvación porque los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Cómo esto suceda sigue siendo un misterio insondable del plan salvífico de Dios.
Aunque los católicos en el diálogo con el judaísmo, dan testimonio de su fe en Jesucristo, se abstienen de cualquier intento de conversión activa o de misión hacia los judíos. La Iglesia Católica no prevé ninguna misión institucional destinada a los Judíos, afirma el sexto capítulo.

Por último, en el diálogo fraterno, judíos y católicos deben aprender a conocerse mejor, a reconciliarse cada vez más, a participar juntos en la promoción de la justicia, la paz y la salvaguardia de la creación, a luchar eficazmente contra todas las formas de antisemitismo. Unos y otros deben intensificar su cooperación en el ámbito humanitario en favor de los pobres, los débiles, los marginados, para convertirse así, juntos, en una bendición para el mundo.

Para leer el documento completo:
http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/index_sp.htm
http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/relations-jews-docs/rc_pc_chrstuni_doc_20151210_ebraismo-nostra-aetate_sp.html

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domingo, 14 de febrero de 2016

Tenemos mucho que dar y compartir


Todos los cristianos tienen mucho que dar a los otros cristianos y, todos juntos al mundo.

Los reformados
Luteranos
Anglicanos
Los ortodoxos
Los católicos

 Tenemos mucho que darnos unos  a otros, y, todos juntos dar al mundo, el testimonio, empezando por nuestros hermanos judíos, a los que tanto debemos, que el Mesías ya vino al mundo, que es Jesús de Nazareth, Hijo de Dios, y, de La Virgen María, que Dios se hizo Hombre, que es Familia Trinidad, que la muerte fue vencida por la muerte en Cruz, del Hijo de Dios, a quien Dios, hizo “maldición”, para que fuésemos benditos en Él, que el Señor ama a todos, que ha cumplido su palabra, al mundo que Dios lo ama, que Dios hará justicia a los pueblos, Justicia, como sólo Él sabe, destruyendo el pecado, y, salvando al pecador


Pero no sólo hay que saber, y, estar dispuesto a dar, sino también a recibir     ; y, tenemos mucho que recibir, unos de otros, pero también de los demás de nuestros hermanos judíos, y, de los creyentes de todas las religiones

Recibir no es echar fuera, lo propio, recibir es aceptar el Don de Dios, que nos da de la mano de otros hermanos, aunque nos parezcan lejanos, porque todo lo bueno, procede de Dios


Por qué hay cristianos tristes


Lo que sofoca la alegría, es la falta de Fe, la fe débil, y, la falta de testimonio, o, el anti testimonio
Sí, la falta de Fe, porque hay cristianos, que viven con la formación religiosa de los 7 años, sin son católicos de su Primera Comunión, que apenas leen la Biblia, o, ni la leen,  y, si la leen lo hacen sin la preparación adecuada, que su Catecismo es el de La Primera Comunión, que no saben dar respuesta, de lo que creen


Y, cristianos con una sólida formación incluso teológica, pero que no viven de acuerdo a su Fe, que se han acomodado al mundo, que justifican lo injustificable, y, así a fuerza han de estar tristes


Y, cristianos buenos, humildes, que ven el anti testimonio de palabra, y, obra de quienes, religiosos, sacerdotes, teólogos, catequistas, debieran dar ejemplo, pero que no dudan en vender a Jesús, no por 30 monedas, si no por poder publicar un libro, por salir en tv, o, por satisfacer los bajos instintos


viernes, 5 de febrero de 2016

Padre, que nos amemos como Jesús tu Hijo nos amo

Padre, que amemos como Tú Hijo, nos amo

En la Biblia el mandato del amor, se da en forma gradual, del “amar al prójimo”

Se pasa al, “amarlo como a uno mismo”, siendo uno, mismo el amor  natural que se tiene la clave del amor al prójimo
Pero con Jesús, se da un paso que va más allá, “amar como él nos amó”, amarnos unos a otros; y, como nos amó Jesús
Jesús nos amó dando su vida por nosotros, y, como dice Pablo, lo hizo cuando éramos sus enemigos, nos amó dejando” su puesto en el Cielo”; para venir a la tierra, como el menor de los humanos (himno de vísperas de Viernes Santo)
Nos amó cargando con nuestras culpas
Nos amó, nos ama buscando a cada uno; Jesús busco a todos, porque todos necesitaban, necesitamos la Salvación, pero para que nos quedase claro, aunque aún haya quien este en la inopia,  lo hizo buscando, comiendo y bebiendo con lo peorcito de su tiempo, no le importo le llamasen, “amigo de publicanos, y, pecadores, y, prostitutas”; claro esta tampoco rechazo a los que se tenían por puros, fariseos, tal vez porque él mejor que nadie, sabía que no lo eran, ni a sus verdugos, ni a Pilatos, en La Cruz pidió por todos
No tuvo reparo en acercarse a los “herejes de su religión”; los samaritanos, hasta tuvo el coraje de poner uno de ejemplo, y, alabar la conducta de otro, de charlar con una mujer samaritana, y, revelarle quién era él
Tampoco en hacer milagros a favor de paganos idolatras, el centurión romano, cuya fe alabo, y, la mujer cananea, a cuya hijita curo, y, aquí además de alabar su fe, acepto “la corrección que el Padre, le hizo por medio de ella, de la mujer pagana; porque Jesús como hombre, no lo sabía todo, y, lo sabía”

Amo, respetando la libertad, bueno ama porque esta vivo, nunca obligo a nadie a estar con él, usando amenazas de ningún modo, siempre tuvo las puertas abiertas para quien quisiera volver, si no que le pregunten a Pedro
Si los cristianos de cualquier confesión, Iglesia, Comunidad, nos amasemos así, unos a otros, La Unidad sería una realidad
Pero es cierto, que esto es mucho pedirnos, que sólo no podemos, si ya el amar al prójimo como a uno mismo, cuesta un montón, pues amar asi, nos desborda, y, no hay que esperar a momentos heroicos, que pueden no llegar nunca, si no al día, a día, claro que tal vez empezando por amar como a uno mismo, mientras pedimos al Padre por Jesús, que nos conceda amarle, como Él nos amo
Por ahora sería bueno, que los católicos viésemos lo bueno que tienen los demás cristianos, los defendiésemos, nos alegrásemos; cuando por ejemplo abren una capilla, de su culto, nos doliese cuando se les persigue, como si se nos persiguiera a nosotros
Si los pusiéramos de ejemplo, sí citásemos sus palabras, no seguidas de “un protestante, un ortodoxo; si no de un cristiano protestante, un cristiano ortodoxo”
Si los que predican, al menos alguna vez, en sus homilías, discursos charlas, se refiriesen a uno de estos hermanos, como lo harían a un católico
Si leyésemos sus libros,  sin miedo
Y, si ellos por su parte hicieran lo mismo con nosotros, con los católicos, habría Dios convertido al mundo
Pero estamos lejos, claro que por pedir que no sea
“Padre, concédenos amarnos, como tu Hijo nos amó, te lo pedimos, por Él mismo Jesús, tu Hijo amado, Nuestro Hermano, y, Señor, amen”

miércoles, 3 de febrero de 2016

Mi plegaria ecuménica y de petición de perdon



Cuanta soberbia, en el desprecio al hermano, que no comparte en todo nuestra fe, cuanto, el querer quedar por arriba, que lejos estamos Padre de imitar a tu Hijo, lo que hacemos, muchas veces es sólo para humillar, para quedar por encima

Nos creemos dueños de la verdad, de nuestras verdades, cuando hay Uno sólo que es La Verdad, El Camino, La Vida, Tú Hijo, Jesús

Que dispuestos a enseñar, incluso lo que no sabemos

Que poco dispuestos a dejarnos enseñar, a tener la humildad de verte a Tí, a tu Hijo, en el hermano con el que no compartimos todo el dogma

Que poco dispuestos a dejar que él de fuera, que no es tanto de fuera, nos enseñe, corrija, tu Hijo, el Verbo, dejo que una mujer la cananea, una idolatra, lo corrigiera

que lejos estamos Padre

Por tu Hijo, perdónanos, y, en este año de tu Misericordia, haz sí que enseñemos, que corrijamos, que perdonemos, pero también lo más difícil, que nos dejemos enseñar, corregir, perdonar, simplemente porque somos hermanos

Te lo pido por Jesús, el Hermano mayor

lunes, 1 de febrero de 2016

Que hermoso será cuando estemos todos juntos

Que hermoso
Que hermoso cuando Dios nos conceda, vivir unidos
La Biblia, dice que no hay nada más bello, que los hermanos que viven unidos, que se aman, que se ayudan, por el contrario, y, aunque la Biblia no lo diga expresamente, pero si implícitamente al afirmar lo anterior, que triste cuando los hermanos, se odian, se pelean, se insultan

Los cristianos, es decir todos los que creemos, que Jesús es el Verbo encarnado, en las entrañas de La Virgen María, por la Fuerza del Espíritu Santo, que murió, en la cruz, y, resucito, fundo La Iglesia, ascendió al Cielo…es decir todos los que hemos sido bautizados en el Nombre de La Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, somos cristianos, unos anglicanos, otros baptistas, otros católicos, ortodoxos…. Pero todos rezamos el Padre nuestro llamando a Dios Padre, somos hermanos
Y, sin embargo, muchas veces parecemos enemigos, y, cuando parecemos amigos, aún no podemos sentarnos a La Mesa Común, la Mesa de La Eucaristía, y, el caso es que eso, no depende sólo de nosotros, es Dios el Padre Común, quien tiene que concedernos, el amarnos, el vivir juntos como hermanos, es decir poder compartir la Mesa de La Eucaristía, llegar a ser Uno, como Jesús, y, su Padre junto con el Espíritu son Uno, sin tener que ser todos iguales, con Unidad en lo esencial, respeto en la diversidad, pero amor en todo, a imagen de La Trinidad

Nosotros sólo podemos orar, ayudar, y, no poner trabas, empezando por referirnos al otro, como, cristiano X, cristiano católico, cristiano ortodoxo, cristiano anglicano; y, no como hermano separado,  ni como, un anglicano, y, menos despectivamente