La muerte de Jesús, su
Sacrificio, acabo en su Resurrección, en su glorificación; y si la muerte de su
Cuerpo místico, las divisiones entre nosotros los cristianos, la división de la
Iglesia que es su Cuerpo fuese permitida por Dios para su Gloria, para una
nueva glorificación
No digo ni por asomo que las
divisiones sean algo bueno, porque no lo son, son algo malo, muy malo; que es
culpa nuestra, Dios no las quiere, como tampoco quiere, la muerte de Jesús
Pero Dios nos deja hacer, de la
muerte de su Hijo permitida por Él, “a sabiendas”; Dios saco nuestra salvación,
nos revelo su Amor y su Gloria, lo que debiera de haber sido nuestra ruina, fue
nuestra redención, Dios nos sentó a su
derecha, puesto que a su derecha, esta nuestra Cabeza, que es Cristo; sus
heridas nos salvaron, como dice Isaías
Por ello, quién sabe, si en el
designio amoroso de Dios, las heridas que Cristo tiene en su Cuerpo místico,
nuestras divisiones, no sirvan también para gloria de Dios; para que brille más su amor y su poder, en medio de
nosotros para alabanza de la Trinidad, para que cuando la unidad se produzca,
en el momento que Dios quiera, sea como una nueva “Resurreccion”
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