sábado, 17 de agosto de 2019

Grande es tu fe, mujer (Mateo 15, 28)

Grande es tu fe, mujer (Mateo 15, 28)

Es la frase que el Ev.  Según San Mateo, pone en labios de Jesús, dedicado a la mujer cananea, que pidió la curación de su hija

Esta mujer, no era judía, sino pagana, sirofenicia, habitante de lo que hoy conocemos por el Líbano, no creía en el Dios de Israel, ella era idolatra, sin embargo, había implorado la clemencia, de un profeta del pueblo judío, de Jesús, que pasaba por sus tierras

Tal vez le hubiesen hablado del, y, seguramente cansada de que sus dioses no oyesen sus ruegos.  Se volvió hacia el Dios desconocido e invisible, representado por aquel joven rabino que pasaba por su pueblo

Y, por qué dijo, o le dijo Jesús, que su fe era grande. A qué fe se refería.

No podía ser a su fe en los dioses cananeos, esa fe no era de alabar, y, tampoco era muy fuerte, cuando ella buscaba auxilio en otro Dios.

Tampoco porque fuese a él por su hija

No, Jesús la felicito, porque aunque él equivocadamente, es hombre y, por lo tanto falible en su vida mortal, en lo no tocante directamente a su misión. Le negó por ser pagana el milagro, y, de malos modos

Ella en lugar de maldecir, y, alejarse, acepto el insulto, lo convirtió en bendición, reconoció que solo los hijos tienen derecho al pan, pero a los perrillos, les bastan con las migas, y, los perrillos siempre son fieles. Los hijos no. Esto no lo dijo, pero es de sentido común

Porque supo ver en el hombre que les llamaba perrillos, a su Señor, por eso Jesús, supo por su Padre, que tenía delante a una de las ovejas perdidas, del Reino de Israel, del verdadero no del de Caifás

Y, por ello felicito su Fe, y, curo a su hija

Porque la Fe no es solo aceptar unas verdades, es confiar en el Amor de Dios, incluso cuando nos recuerda del modo que sea, que somos unos indignos perrillos.


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