Amor efectivo antes que afectivo
Recuerdo a mi párroco. D. Antonio Roura, a él debo el amor al ecumenismo y a la Escritura.
Solía decir que era preciso separar y dar más importancia al amor efectivo, él que se traduce en obras, que al afectivo. Muy bien si se podían dar los dos, pero cuando eso no fuera posible.
La forma del amor al prójimo debía de ser con hechos, y a Dios lo mismo
Y, esto tiene que ser también en el campo ecuménico
No reír las burlas hacia hermanos de otras Iglesias o Comunidades
Defenderlos si es prudente, a veces lo mejor será ignorar a quien los insulta, o incluso bloquearlo
Ayudarles si lo precisan, a lo mejor la ayuda a veces sólo será la oración, que es lo máximo
Pedirles ayuda
Buscar conocerlos
Y, lo mismo con los que pertenecen a nuestra propia Iglesia, y con la familia, los amigos
Los demás perciven nuestro cariño en nuestros gestos, en nuestras acciones hacia ellos, no ven nuestro “buen corazón”.
A todo el mundo le gusta sentirse querido, y, eso no se percive por besos, y frases bonitas, sino por hechos que no humillán, que levantan, que acompañan.
Se puede empezar a practicar con los de casa y los amigos
No burlarse
Estar dispuesto a ayudar
Saber perder
Tener tiempo para el otro
Pedir ayuda
Pedir al otro su tiempo
Reprender
Aceptar ser reprendido
Agradecer
Preguntar si no gusta, lo que damos u ofrecemos
Respetar las opiones respetables
No imponerse
Parece fácil pero no lo es; y, es un ejercicio de amor
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