El Nuevo corazón se tiene que ver en nuestro vivir
ecuménico, si de verdad hemos recibido de Dios, el nuevo Corazón, él de su
Hijo, se nos tiene que notar, en el trato con los demás, y sobre todo, con los
hermanos, sin importar el nombre que tengan
No podemos verlos como extraños, como separados, no se
trata de cerrar los ojos al mal, se trata de abrirlos al bien, de alegrarnos de
los dones que Dios les ha dado, y de aprovecharnos, de ellos, de tomar sus
dones, de aprender de ellos, y dejar que ellos tomen los nuestros, pero no “venderlos,
ni forzarlos a tomarlos”
De aceptar ser enseñados, y compartir con ellos con
respeto, lo que aún no compartimos, me refiero a verdades creídas por unos,
pero no por todos los cristianos
No insultarnos, y, tiene que dolernos que un hermano,
aunque no lleve el mismo nombre, sea
insultado, privado de sus derechos
Tenemos que amarnos, como, nos amó Jesús, así sabrá el
mundo, que somos sus discípulos, y, puesto que le obedecemos, e imitamos sabrá
que está vivo, porque nadie, imita, ni obedece a un muerto
No se trata del mandato de amar al prójimo como a uno
mismo eso es el Antiguo Testamento, para los del Nuevo, los cristianos y
exclusivo para la familia de Jesús, que somos nosotros está el Mandato Nuevo, “Amaos
como Yo, os he amado” Jn 15, así hasta dar la vida, por el otro, si es preciso,
así nos hemos de amar, católicos, anglicanos, luteranos, baptistas, ortodoxos,
etc. No será difícil, si dejamos que el Padre, nos haga un trasplante de
corazón, nos saque el nuestro de piedra, y, nos ponga el de carne de su Hijo
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