Precisamos un corazón nuevo, el prometido a Ezequiel
Un corazón de carne, que sangre, que sufra, que le
duelan las divisiones en el Cuerpo de Cristo, Cuerpo del que forma parte; y, en
realidad ese corazón ya lo tenemos, es el de Jesús, a un Cuerpo le basta con un
corazón, si no es un monstruo, nuestros corazones tienen que fundirse en el
suyo
Y, por ello Dios tiene que sacarnos el corazón de
piedra, la piedra no funde, la piedra es piedra
El corazón de piedra, él que sólo se fija en los
ritos, no en las personas, que valora más la exactitud de las palabras de un
dogma, que la vivencia de amor que encierra
Él que ve en los otros en los que no son del mismo
grupo, Iglesia, Comunidad enemigos
Él que le duelen las ofensas a los suyos, pero apoya,
y, no le importaría participar en las hechas a los otros
Corazón de piedra, él que sólo se alegra de lo suyo,
de lo que pasa en su Iglesia, Comunidad, grupo, pero siente indiferencia cuando
no rabia, por “los éxitos de los otros”; como si no fuesen todos, del Espíritu,
y si no son del, no valen, no son nada
Dice la leyenda, que a la mística Margarita de Alocoque;
Jesús le saco el corazón, y le puso el suyo; eso es lo que precisamos los
cristianos tener el corazón humano de Jesús, ese el corazón nuevo que hemos de
pedir al Padre, así seremos uno, con un solo corazón, el suyo, y, un corazón de carne, no de piedra como el
nuestro, como los nuestros, católicos, luteranos, ortodoxos, etc. Etc.
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