Ver la belleza de cada persona.
Los cristianos tenemos que aprender a ver la belleza de cada persona, no la física, sino la interna, esa belleza que es su semejanza con Dios, “El siempre bello, con Cristo”, “El más hermoso de los hijos de los hombres”
Ver la belleza es sin negar lo malo, o regular, ver las cosas buenas que tiene cada persona, y, en primer lugar los que invocan a Cristo como Salvador, los que lo confiesan Hijo de Dios, muerto y resucitado; aunque aún no estemos en plena comunión, aunque aún haya cosas que nos separen, tenemos que saber ver a Cristo en ellos, ver la acción de su Gracia
Agradecer por los Dones de Dios que compartimos, y, bendecir a Dios por los Dones especiales que ha derramado sobre ellos
Sí no sabemos ver el bien y la belleza en los hermanos, menos lo vamos a ver en un extraño.
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