miércoles, 13 de noviembre de 2019

Los frutos no son nuestros, son de Jesús que nos comunica su savia, como la vid a los sarmientos.

Los frutos no son nuestros, son de Jesús que nos comunica su savia, como la vid a los sarmientos.

Nuestros actos, el bien que hacemos, no es nuestro, los frutos que producimos, no es nuestro, aunque erróneamente pensemos que sí, del mismo modo que los granos de uva, no son del racimo, ni de los sarmientos, cierto nacen en el racimo, y, cierto es que el racimo los produce porque está unido es parte en cierto modo del sarmiento. Pero no, nos engañemos si el sarmiento es arrancado de la vid, o de la parra, o si el racimo es arrancado del sarmiento, se acabaron las uvas, en la cepa, o en la parra, podrá injertarse un nuevo sarmiento, y, dará uvas, el desgajado o arrancado, no da nada

A  nosotros nos pasa igual estamos unidos unos a otros, y, unidos todos a Jesús, como Él mismo nos dijo, Él es la Parra, la Cepa, nuestros frutos, son sólo suyos, nacen en nosotros por la Savia que nos comunica.

Y, por eso no podemos presumir ni despreciar a ningún hermano, bueno a nadie, y, debemos alegrarnos de sus buenas obras, que como todos somos sarmientos y racimos de la misma Cepa, en cierto modo también son nuestros

Y, alegrarse no es hacer fiesta, es no contar sólo lo bueno que hace el grupo, o Iglesia a la que uno pertenece más perfectamente.


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