Informe sobre una encuesta del
Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Presentación del obispo Brian Farell, L.C., secretario del Pontificio Consejo.
Introducción
En el mes de noviembre de 2004,
el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos organizó
un encuentro internacional cerca de Roma para conmemorar el 40° aniversario de
la promulgación del decreto «Unitatis redintegratio» del concilio Vaticano II
sobre el ecumenismo, realizada el 21 de noviembre de 1964. Entre las más de
doscientas cincuenta personas que participaron en el encuentro se hallaban los
presidentes -o los secretarios- de las comisiones ecuménicas de la mayor parte
de las Conferencias episcopales y de los Sínodos de las Iglesias orientales
católicas, los moderadores de los diálogos teológicos bilaterales con las
principales comuniones cristianas, y los miembros y consultores del dicasterio.
Asimismo, asistieron al encuentro
más de treinta delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades eclesiales,
del Consejo mundial de Iglesias de Ginebra y de la Conferencia de Iglesias
europeas, así como huéspedes de la Curia romana, de las universidades
pontificias y de las facultades de teología. La reunión tenía como finalidad
celebrar el 40° aniversario del compromiso ecuménico de la Iglesia, pero
también reflexionar sobre el significado permanente del decreto «Unitatis
redintegratio», analizar el camino recorrido desde el Concilio en adelante, y
formular propuestas para la actividad futura.
En la preparación de ese
importante encuentro, el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de
los cristianos había enviado a las Conferencias episcopales y a los Sínodos de
las Iglesias orientales católicas un cuestionario con el fin de elaborar un
informe sobre la situación actual del ecumenismo en la Iglesia católica y en el
ámbito local. Con esa iniciativa, el Consejo pontificio quería comprobar el
grado de aplicación práctica tanto del decreto «Unitatis redintegratio» cuarenta
años después de su promulgación, como del Directorio ecuménico diez años
después de su publicación. De los 163 cuestionarios enviados, el Consejo
pontificio recibió 83 rellenados. Por continentes y regiones, las respuestas
llegadas fueron: 20 de África (44% de los organismos episcopales y sinodales
presentes en el continente); 17 de América Latina y el Caribe (71%); 1 de
América del norte (50%); 12 de Asia (60%); 24 de Europa (60%); 7 de Oriente
Medio (46%); y 2 de Oceanía (40%).
El Consejo pontificio es
plenamente consciente de que la encuesta tiene limitaciones; el cuestionario no
estaba formulado de forma científica; las respuestas fueron menos numerosas de
lo que se esperaba y correspondían a situaciones cuantitativamente muy diversas
entre sí, lo cual no ha permitido una comparación fiable de los datos y las
estadísticas. Por poner un ejemplo, Brasil no se puede comparar con Gibraltar,
o Alemania con Kazajstán. A pesar de ello, creemos que se puede disponer de una
base sólida para trazar un cuadro del estado actual del compromiso ecuménico.
Ofrecemos a continuación una breve síntesis de los resultados de la encuesta.
Los datos recogidos se han
clasificado según cuatro temas:
--el progreso de la conciencia
ecuménica en el ámbito de la Iglesia católica;
--la organización del ecumenismo;
--la acción ecuménica de la
Iglesia en el ámbito local;
--y sugerencias para el trabajo
futuro.
El progreso de la conciencia
ecuménica en el ámbito de la Iglesia católica
Signos positivos
La encuesta ha mostrado de forma
evidente que en todo el mundo el decreto «Unitatis redintegratio» ha
contribuido a una mejora radical de las actitudes católicas con respecto a los
demás cristianos; se ha superado en gran parte la actitud polémica que
predominaba en el pasado. Los católicos han adoptado una actitud positiva en lo
que atañe al compromiso ecuménico. Desean conocer más a las otras Iglesias y
comuniones cristianas, y por lo general están dispuestos a participar en actos
y encuentros ecuménicos, especialmente cuando se trata de orar juntos por la
unidad. El ecumenismo espiritual es una actividad muy generalizada. Además de
la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que sigue siendo el
momento principal de la actividad ecuménica, casi por doquier se han multiplicado
las celebraciones comunes de las más importantes fiestas y conmemoraciones
litúrgicas, así como de las festividades civiles, nacionales o locales.
Por doquier se suelen compartir
lugares de culto. Dos terceras partes de las respuestas al cuestionario se han
referido a la colaboración ecuménica en el ámbito parroquial y a la publicación
de orientaciones para la actividad ecuménica en las regiones respectivas. Por
lo general, se puede asegurar que en la Iglesia prosigue y se difunde cada vez
más el deseo de vivir el compromiso ecuménico impulsado por el concilio
Vaticano II.
Problemas y resistencias
Al mismo tiempo, no podemos ser
ingenuos. Aunque no todas las dificultades mencionadas en las respuestas al
cuestionario existan en el mismo grado en todos los lugares de la Iglesia, una
mirada de conjunto sobre dichas dificultades puede resultar útil, pues ponen de
manifiesto los desafíos que deben afrontar los que trabajan para promover en la
práctica la unidad de los cristianos.
Sintetizando, se puede afirmar
que las cuestiones teológico-pastorales a las que se alude con más frecuencia
en las respuestas son las siguientes:
— El problema del reconocimiento
recíproco del bautismo y la costumbre de algunas Iglesias y comunidades
eclesiales de volver a bautizar a los católicos. Después de su asamblea
plenaria del año 2001, el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de
los cristianos envió a las Conferencias episcopales una presentación de las
directrices que algunas de ellas habían emanado sobre el reconocimiento
recíproco del bautismo. La presentación fue publicada en el Boletín del
dicasterio (cf. El reconocimiento recíproco del bautismo. Síntesis de las
respuestas de las Conferencias episcopales. Documento de estudio. En: Service d'Information Information Service, n.
109, 2002/I-II. El documento se publicó en inglés y francés).
— La cuestión de los abusos en lo
que atañe a la communicatio in sacris.
— Las cuestiones relativas a los
matrimonios mixtos.
— Los problemas planteados en
algunos lugares por aparentes excesos en devociones católicas de culto a la
Virgen María.
— La cuestión de la unificación
de la fecha de la Pascua -tema discutido en varios ámbitos desde el concilio
Vaticano II-, que constituye una preocupación muy sentida de modo especial en
Oriente Medio.
— La diversidad en la
organización y en las estructuras eclesiales en algunos países impide a los
católicos encontrar interlocutores ecuménicos en algunas otras confesiones.
— Asimismo, se ha constatado que
son frecuentes por doquier (América Latina, Egipto, Rusia...) las acusaciones
mutuas de proselitismo.
— Por último, numerosas
Conferencias episcopales coinciden en señalar que la falta de escritos de
carácter ecuménico al alcance de los fieles menos preparados constituye un
problema.
Entre los factores no teológicos
que tienen repercusiones sobre el ecumenismo, las respuestas destacan los
siguientes: las situaciones sociales y políticas (especialmente en la ex Unión
Soviética); los conflictos étnicos (África y Balcanes); y el hecho de que la
Iglesia constituya una mayoría o una minoría en el país. En la Europa del este
muchas respuestas se refieren a las tensiones producidas por la restitución de
los bienes eclesiásticos. En ciertos lugares, algunos grupos islámicos ven como
una amenaza la búsqueda de la unidad de los cristianos.
Respuestas procedentes de todos
los continentes aluden a la persistencia de actitudes marcadas por el miedo, la
sospecha y la desconfianza recíprocos. Otros cristianos albergan el temor de
que pueden ser absorbidos por la comunidad católica, más fuerte que ellos; y,
viceversa, los católicos miran con desconfianza a ciertos grupos que usan los
medios de comunicación, con campañas públicas de opinión, para criticar la
doctrina católica, insistiendo en situaciones negativas o escandalosas, a fin
de atacar a la Iglesia.
En resumen, persisten aún muchas
sospechas acerca de las intenciones mutuas reales y de las motivaciones
evangélicas de los programas y las actividades de unos y otros. Aunque se haya
progresado mucho en la purificación de la memoria histórica, algunas Iglesias
locales afirman que el recuerdo de los acontecimientos del pasado, tanto
antiguo como reciente, impide aún o entorpece las relaciones ecuménicas.
La purificación de la memoria histórica
es un tema hacia el que el Papa Juan Pablo II ha llamado nuestra atención en
numerosas ocasiones, y sigue siendo uno de los desafíos más importantes para
los que trabajan en favor de la unidad de los cristianos.
Algunas respuestas han puesto de
relieve la falta de motivación y de entusiasmo que deriva, en ciertos casos, de
la sospecha de que el ecumenismo debilita la misión evangelizadora de la
Iglesia. Algunos católicos consideran que el ecumenismo pone en peligro su fe y
equivale a admitir una insuficiencia de la Iglesia católica, algo que no, están
dispuestos a aceptar. En algunas regiones donde la Iglesia católica tiene una
amplia mayoría, el escaso número de cristianos pertenecientes a las demás
Iglesias suele aducirse como justificación para la falta de iniciativas
ecuménicas.
En otros lugares, a menudo, las
comunidades evangélicas y pentecostales más recientes no suelen ser
consideradas como genuinamente eclesiales, y el uso indiscriminado del término
"secta" sigue provocando problemas en todos los continentes. Las
comunidades eclesiales (baptistas, evangélicos, pentecostales) con las que la
Iglesia católica mantiene un diálogo teológico y relaciones internacionales,
que en algunos casos se llevan a cabo desde hace decenios, suelen incluirse en
la lista de las sectas. Por otra parte, de modo especial en América Latina, las
respuestas al cuestionario frecuentemente indican que algunos grupos
evangélicos y pentecostales no reconocen el carácter cristiano de los
católicos.
Podría resultar útil recordar que
esa dificultad recíproca ya ha sido objeto de documentos de estudio elaborados
por varias comisiones mixtas de diálogo (por ejemplo, con respecto al diálogo
católico-pentecostal: Evangelización, proselitismo y testimonio común; y con
respecto a las "Consultas entre la Iglesia católica y la Alianza
evangélica mundial": Iglesia, evangelización y los vínculos de la
koinonía).
La organización del ecumenismo
El concilio Vaticano II encomendó
de modo especial a los obispos el compromiso ecuménico. El Directorio para la
aplicación de los principios y las normas sobre el ecumenismo recomienda la
creación de comisiones ecuménicas en cada diócesis, así como en el ámbito
nacional y regional, o al menos la designación en cada diócesis de un delegado
que se encargue de promover el espíritu ecuménico y las relaciones
intereclesiales.
El Consejo pontificio para la
promoción de la unidad de los cristianos ha constatado con satisfacción que
sólo pocas Conferencias episcopales carecen de un departamento o comisión de
ecumenismo. Por otra parte, muchas de las respuestas al cuestionario destacan
que la acción de esas comisiones o delegados es bastante limitada. A este
respecto, se alude a la falta de continuidad en el desarrollo de proyectos, a
la necesidad de contar con gente nueva, más joven, entre las personas
comprometidas en la actividad ecuménica.
En el ámbito de las diócesis el
panorama no es muy alentador: la falta de personal, de preparación específica,
de recursos económicos y de otro tipo, indica que la actividad ecuménica se
deja con frecuencia a la iniciativa espontánea de los fieles. Por el contrario,
en algunos países se señala la presencia viva de grupos y asociaciones de
apoyo, compuestos por personas bien preparadas en el campo ecuménico, que promueven
activamente la formación ecuménica en las diócesis, en las parroquias, en los
seminarios y en los grupos. Es preciso poner más empeño en detectar esos
expertos y voluntarios, y en desarrollar su formación.
Por lo que atañe a la
participación en los Consejos de Iglesias, se ha constatado un cambio
fundamental en los años más recientes. Hace cuarenta años, la Iglesia católica
no participaba en ninguno de esos Consejos. Hoy, de los 120 Consejos
existentes, es miembro de 70, y participa en tres de los siete Consejos
regionales de Iglesias, y en siete de los Consejos regionales de Iglesias
asociados al Consejo mundial de Iglesias de Ginebra (según los datos con que se
contaba en septiembre de 2004, la Iglesia católica es miembro con pleno derecho
en tres Consejos regionales de Iglesias: el Caribe, Oriente Medio y el
Pacífico. La Iglesia católica es miembro de catorce Consejos nacionales
cristianos o Consejos de Iglesias en África, de tres en Asia, diez en Oceanía,
doce en el Caribe, veinticinco en Europa, uno en América del norte y cinco en
América del sur. Cf. "Inspired by the
same vision: Roman Catholic participation in national and regional Councils of
Churches, Apéndice E).
Está a punto de publicarse un
nuevo documento, elaborado por el Grupo mixto de trabajo entre representantes
de la Iglesia católica y del Consejo mundial de Iglesias, que presenta un
análisis de las implicaciones y las formas de participación católica en dichos
Consejos, y brinda sugerencias para afrontar las dificultades y los desafíos
que impiden la participación católica en algunos lugares.
La actividad ecuménica de la
Iglesia en el ámbito local
Por lo que atañe al diálogo, 42
de las 83 Conferencias episcopales que respondieron a la encuesta del Consejo
pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos confirman la
presencia en su territorio de organismos permanentes de diálogo con las demás
Iglesias y comunidades eclesiales; 38 de ellas refieren la existencia de
comisiones mixtas de diálogo.
En lo referente a la aceptación
de los documentos de diálogo, sólo 35 Conferencias episcopales reconocen una
buena difusión de los resultados de los diálogos oficiales, y afirman que han
promovido el estudio y una activa discusión con la publicación de subsidios.
Algunas respuestas aluden también a las iniciativas que se han puesto en marcha
para utilizar internet con vistas a la promoción del ecumenismo en algunos
países, un aspecto que el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de
los cristianos tiene gran interés en desarrollar. En el ámbito social, 44
Conferencias señalan que participan en actividades de cooperación con otras
confesiones. A este respecto, es preciso admitir también que se podría haber
hecho mucho más.
La necesidad de una formación
ecuménica más adecuada es un tema que indican prácticamente todas las
comisiones ecuménicas que respondieron a la encuesta. Esa formación debería
contar con la presencia y la contribución de representantes de otras Iglesias y
comunidades eclesiales. En efecto, el Consejo pontificio espera que, donde sea
posible, esa formación se realice cada vez más con mayor colaboración. El
documento elaborado por el dicasterio en 1995: La dimensión ecuménica de la
formación de quienes se dedican al ministerio pastoral, que ofrece sugerencias para
un curso de ecumenismo y aconseja subsidios para organizarlo, no es bastante
conocido y conviene distribuirlo más ampliamente.
El Consejo pontificio para la
promoción de la unidad de los cristianos, junto con la Congregación para la
educación católica, ha tomado la iniciativa de promover una encuesta, a escala
mundial, en los seminarios católicos que cuentan con un Estudio teológico, en
las universidades y las facultades de teología, para conocer exactamente cómo
se imparte la enseñanza del ecumenismo, y para saber si se le presta la
atención que merece en el conjunto de la formación católica. Actualmente se
están recogiendo los datos con el fin de publicar luego los resultados de la
encuesta.
Algunos puntos de reflexión sobre
el futuro del ecumenismo
La consulta ha mostrado que el
grado de compromiso ecuménico en el ámbito local está aumentando en intensidad
y extensión en toda la Iglesia. En un mundo globalizado, los cristianos de
todas las Iglesias se sienten impulsados a superar su estado de división. El
ecumenismo espiritual -conversión de la mente y del corazón a Cristo, oración
común por la unidad- está logrando una atención cada vez mayor. Las respuestas
al cuestionario han ofrecido numerosas sugerencias positivas para la futura
actividad ecuménica, poniendo de relieve tres aspectos que es preciso
considerar con urgencia en el contexto actual y con vistas al futuro: incluir
las iniciativas ecuménicas en los programas pastorales orgánicos de las
diócesis; promover la formación ecuménica de los seglares, los religiosos, los
seminaristas, los sacerdotes y los obispos; y reflexionar sobre el modo como se
ha de afrontar el problema del proselitismo agresivo.
En un mundo que ha cambiado mucho
durante los años que han pasado desde el concilio Vaticano II, la actitud
católica con respecto al restablecimiento de la unidad está impregnada de un
realismo nuevo. Hoy resulta más claro que nunca que el ecumenismo sólo se puede
promover sobre una sólida base doctrinal y un riguroso diálogo entre los
cristianos separados. Sobre todo, se comprende cada vez mejor que sólo se puede
trabajar en favor de la unidad con una espiritualidad convincente y profunda,
una espiritualidad de esperanza cristiana y valentía.
El Consejo pontificio para la
promoción de la unidad de los cristianos desea que la conmemoración del 40°
aniversario de la promulgación del decreto «Unitatis redintegratio» haya
infundido nueva esperanza y nueva valentía en los que se encargan más
directamente de la aplicación del compromiso ecuménico de la Iglesia.
Del boletín nº 105 de las misioneras de la Unidad
www.infoecumene.org
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