Jesús entrego libremente su Vida
al Padre como Una Ofrenda de expiación, no es que el Padre, quisiera la muerte
de su Hijo, eso es incompatible con su naturaleza, Es Amor.
Y, precisamente por ello, fue que
el Verbo, El Hijo eterno se hizo carne en una mujer judía, María de Nazaret
Dios mando a su Hijo a
reconciliarnos con Él
Pero Dios lo tiene todo presente,
sabía lo que iba pasar, los seres humanos íbamos rechazar a su Enviado,
libremente
Pese a todo lo mando, para que conociéramos
su Amor
El Verbo Dios Hijo, sabía que lo íbamos
a rechazar
Y, ese rechazo, hecho ni más ni
menos en primer lugar, por Su Pueblo, por el Pueblo elegido, secundado por un
gentil cobarde, llevo al Verbo hecho hombre, hombre de verdad a la muerte más
ignominiosa
Dios no intervino
La tierra no se tragó a nadie
Pero aquel crimen debiera merecer
la destrucción de la especie humana
Sin embargo, fue al contrario, El
Verbo humanado en su Humanidad entrega al Padre su vida humana, su muerte
aceptada libremente, no para que los causantes de su muerte, “Toda la humanidad”!,
fuesen perdonados, no para mucho más, para que fuesen divinizados, injertados
en Él, hechos parte de su Cuerpo, siendo Él, La Cabeza, y, el Padre no podía
desoír a su Hijo.
Por ello decimos verdad todos los
cristianos cuando afirmamos que Jesús nos salvó en La Cruz, y nos salvó a todos
Falta la firma final con nuestra
vida
Pero al hacernos miembros de su
Cuerpo nos hizo también miembros unos de otros
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